Historia de la emancipación del Perú: el protectorado
PROLOGO XXV modo que esa unwn sacramental consolidó la amistad existente entre ambas familias, y determinó la fusión de las tradiciones cu– ya evocación animó las veladas hogareñas. Pero la dicha de la joven pareja fue ensombrecida por la muerte de su hija primo– génita (I-1891); y como los recuerdos de la tierna niña estaban asociados a los ambientes domésticos, abandonaron la casa ocupa– da en la calle Pobres -novena del girón Lampa- y se establecie– ron en la calle León de Andrade -quinta del jirón Moquegua-, donde nacieron Matilde Ofelia (19-VI-1893), Osear (16-VI-1896), Jor– ge Guillermo (18-V-1898) y otros vástagos. En su auspiciosa quietud, Germán Leguía y Martínez continuó: la labor creadora que ini– ciara durante sus años mozos. Dio a la estampa numerosas cola– boraciones poéticas, en El Perú Ilustrado, El Radical, La Ilustra– ción Americana y La Integridad: conquistó el aplauso del público en el Teatro Olimpo (12-IX-1891), al ser estrenado su drama La Calumnia; y cuando reunió sus composiciones en un volumen, apa– recido bajo el sobrio epígrafe de Poesías (1893), mereció que la crítica le atribuyera un lugar representativo en la literatura coetá– nea del país, y equiparara su mérito al de poetas tan celebrados como Carlos Germán Amézaga y Ricardo Rossel. Por añadidura, redactó entonces una serie de tres textos, destinados a la enseñan– za escolar de la gramática castellana; respectivamente consagra– dos a la m orfología, la sintaxis y la ortografía, según las regula– ciones oficiales de esos años, denotan un esquematismo endereza– do a facilitar la memorización; pero es obvio que gozaron de gene– rales preferencias, pues alcanzaron sucesivas ediciones. Al graduarse como abogado dejó el empleo que desempeñaba en el Ministerio de Relaciones Exteriores (1893), e instaló su bu– fete en las vecindades del Palacio de Justicia. Luego fundó el "Li– ceo Internacional", plantel de educación primaria y secundaria que muy pronto atrajo la estimación del público. Y cuando la ciudadanía fue convocada para renovar los poderes políticos, a consecuencia del triunfo revolucionario de la coalición cívico– demócrata, los votos de su provincia natal lo ungieron como di– putado (1895). Su incorporación al Congreso pudo inspirarle la sensación de una llegada a término, en el largo camino transitado desde que iniciara el ataque a las posiciones de los gamonales ca– jamarquinos, y se esforzara por instruir al pueblo mediante la prensa y la acción directa de agrupaciones altruistas; pero tam– bién pudo parecerle que su nueva posición era, en verdad, el co– mienzo de una nueva etapa de su vida, y que en ella dispondría de mejores recursos para servir eficazmente los objetivos que an-
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