Historia de la emancipación del Perú: el protectorado

PROLOGO XXVII A poco soplaron nuevos vientos en la orientación del estado. Advino a la presidencia José Pardo y Barreda (24-IX-1904), en esJ trecha asociación con hombres a quienes se atribuía concepcioJ nes modernas y dinámicas, y cuyas gestiones debían conducir ha– cia la renovación cultural y la eficacia económica. Y nada menos que en calidad de presidente del Consejo de Ministros y Ministro de Hacienda, contóse entre ellos Augusto B. Leguía, a cuyo influJ jo debióse la designación de Germán Leguía y Martínez (II-1905) como prefecto de Piura. Pero debe entenderse que no mediaron sólo razanes familiares, an confiarle las delicadas funciones de ese cargo, sino consideraciones de alta política nacional: porque esa circunscripción era entonces motivo de preocupación, por su alejamiento y la dificultad de las comunicaciones, y especialmente por las tensiones derivadas del litigio limítrofe con Ecuador; y no cabe duda que la autoridad recaía en quien tenía ejecutoria pro– pia, y podía contar con las vinculaciones amistosas que forjara durante su permanencia juvenil en aquella ciudad. En cumplimienJ to de su misión, cauteló el desarrollo de algunos trabajos endeJ rezados a lograr el progreso regional, tales como la extensión de las líneas telegráficas, y el establecimiento de centrales recepto– ras y transmisoras en las principales localidades del departamenJ to; y para la provisión de los fondos requeridos obtuvo la creaJ ción de un gravamen de dos por ciento, sobre las mercancías que se introdujesen por los puertos de su jurisdicción. Además, ejerJ citó su criterio ordenador, gestionando la dación de normas que subsanaran los vacíos de la legislación pertinente a la administra– ción local; impulsó la construcción de un hospital; y aun favoreJ ció exigencias del ornato urbano, como se revela con la imporJ tación de un reloj público para la municipalidad. Pero la atención de sus deberes extendióse a otras actividades, que dieron carácter excepcional a su paso por la prefectura. Fundó el primer diario editado en Piura, al cual llamó El Sol (JO) para significar su iden– tificación con la ardiente naturaleza del departamento, y en cuyas columnt;zs dio publicidad a la crónica administrativa y civil, tanto como a colaboraciones literarias y divulgaciones culturales. Y, por añadidura, efectuó una vasta y sorprendente investigación de la (10) Al destacar la importancia que El Sol tuvo en la gestión prefectu· ral de Germán Leguía y Martínez, conviene recordar que al mismo tiempo se editó en Piura un semanario combativo e independiente: El Amigo del Pue– blo ( 10-VIII-1904 a 19-II-1908). Lo dirigió Enrique López Albújar, y basta decirlo para compren1der el interés que el duelo periodístico alcanzó.

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