Historia de la emancipación del Perú: el protectorado
ORIGENES DE LA ESCUADRA CHILENA 519 superior, en cuyo alcázar detiénese unos segundos, relampaguean– te como un semídiós con sus marineros en derredor y el rojo y jadeante Miller a la diestra. Cortada la driza pertinente, se des– cuelga y precipita, como una av _ herida, la bandera real. Brillante– mente galoneado con su uniforme de teniente coronel de artillería, da la orden de acometer a los fugitivos en su guarida inferior. Da él mismo el primer paso para afirmar la palabra con el ejemplo, cuando suena un tiro, pasa silbando una bala, y el admirable jefe se desploma herido mortalmente en el noble pecho. "La fragata es nuestra muchachos, ¡no la dejéis!" exclama, y expira. Su mata– dor es uno de los marineros hispanos asilados en el entrepuente. La fatalidad, desde ese instante, ocupa el puesto de la victoria. Los peninsulares se rehacen, y tórnanse acometedores en vez de acometidos. Recias marejada y ventolera d esprenden y apartan a los dos buques. El teniente Turner, segundo de O'Brien, imposi– bilitado de dar un salto inmediato y directo sobre la "Esmeralda'' para consumar su adelantada captura, larga la batería ligera, em– barca gente y acude. La cubierta conquistada es entretanto, un infierno. Reinvadida por los asaltados, con el pundonoroso Coig :i la cabeza, vese toda repleta de sangre y de cadáveres. El combate es cuerpo a cuerpo. Al atracar los botes, ya casi r epelidas la tropa de Miller y la marinería de O'Brien, en vez de aportar el esfuerzo a gritos demandado, hacen de salvavidas tan oportunos como fu– nestos. A esos botes se avientan los chilenos, ya alebronados por la reacción · enérgica de los contrarios y, más que todo, por la desaparición de su glorioso jefe. Pretenden perseguirlos los penin– sulares, tirándose tras ellos; pero , por feilcidad, la segunda bate– ría de proa de la nave patriota hace, en ese mismo instante, fuego a doble carga con sus dos cañones die a v~inticuatro, a solo medio tiro de pistola de la popa contraria; y ese fuego, certero y atinado, arrasando las filas del adversario, entretiene su ímpetu con súbito instantáneo incendio. El "Lautaro" se aleja, reocupado por sus tripulantes sobrevivielites. "El Aguila", mero espectador de la re– friega, síguele al puerto. El "Pezuela", que visto el abordamiento de la "Esmeralda" ha arriado bandera al principio, sin ser, como debió, ser abordado y aprehendido por el "Aguila", se aproxima en auxilio de la fragata cuando todo ha concluído. Las averías de ésta son tales que, remolcada por el "Pezuela", parte en pos de los diques de Talcahuano. El "Lautaro" la sigue, sin poder alcanzar– la, y cruza algún tiempo en la bahía, "hasta restablecer la moral alterada en la tripulación", "preparándose para volver al fondea-
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