Historia de la emancipación del Perú: el protectorado
534 GERMAN LEGUIA y MARTINEZ los más atinados y valiosos servicios, hasta ser, en premio de ellos, elegido primer almirante o comandante en jefe de la armada chi– lena (junio a octubre de 1818). II Consagróse Blanco, febril, encarnizadamente, a la organización de los pocos, p ero ya apreciables elementos que en tal orden cons– tituían la esperanza de los patriotas; y pronto el éxito más cum– plido, respondió a sus abnegados desvelos. Llenas están sus comu– nicaciones de aquellos días con el relato de las fatigas que la em– presa le costaba; de las reformas que a la superioridad proponía; de los progresos que iba obteniendo; y de las espectativas que por ellos abríanse a la suerte y el porvenir de la gran causa americana. En algunos de las últimas - las de 9 y 19 de julio, 11 y 14 de agos– to - pudo bien estampar estas frases, llenas de satisfacción y vi– dencia patrióticas; "Continuando ese supremo gobierno en prote– ger y promover este ramo, podrá V. E. en pocos días> venir, si gusta, a ver la flota naciente de Chile en el método que se usa en las naciones más marítimas.- Por lo que toca a su habitación ma– rinera, tengo la satisfacción de poder asegurar a V. E. que está tan lista, tan ordenada y tan brillante, como pudiera verse en Eu– ropa y V. E. pudiera desear.- Socorrida de todo, aparejada, en– vergada, con aguada para seis meses adentro, no falta más que echarle víveres, gente y algunos cañones, y echarla al mar. Su fuer– za es tal, que puede hacerse dueña del Pacífico, y frustrar toda expedición ulterior de España: puede tomar a Talcahuano, des– truír al Callao, y dar golpes de tal importancia, que admiren a la Europa y aseguren la libertad de América. - Puede V. E. contar ciertamente, con que, dentro de pocos días, estará todo listo para cualquier empresa.- Y, para el caso de que la escuadra salga con destino a ella, yo espero que V. E. me honre con el mando de la corbeta ("Araucano"), persuadido firmemente de que el amor pro– pio no me engaña cuando me considero sobradamente capaz de mandar lo que podría cualquier oficial mercante; y, si de marino pude pasar a ser artillero, sin cometer desaciertos que merecie– sen nota, con más razón presumo poder volver de artillero a marino, con esperanza fundada de desempeñarme bien"; profesías, si exa– geradas, hijas del amor y la fe, que los hechos habrían de corro– borar en no pequeña parte.
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