Historia de la emancipación del Perú: el protectorado
BLANCO ENCALADA 535 III No tardó en presentarse la ocasión de palpar esa certidumbre. Noticias venidas de Buenos Aires anunciaron la inminente apari– ción de una flotilla española, conductora de fuerzas destinadas precisamente a las costas de Chile, y a intensificar la resistencia que las reliquias del ejército vencido en Maipú el 5 de abril, ha– bían logrado hacer y seguían haciendo en el sur, especialmente en Concepción y Talcahuano. Desde que Fernando VII había vuelto a encargarse de su trono, no había cesado de enviar refuerzos a los sostenedores de su po– derío en América. Ociosas sus tropas a la caída de Napoleón, pudo, desde entonces, hacerlas confluir sobre las colonias rebeladas, anw heloso, por supuesto, de castigar su deslealtad y de ahogar en sangre su insolencia. Lo único que para conseguirlo necesitaba eran recursos, de que el fisco español se hallaba exhausto, precisa– mente a causa de la prolongada lid antinapoleónica, que había du– rado seis años, desde 1808. Según esto, sus primeros actos diri– giéronse a la consecución de medios económicos con que apron– tar numerosas flotas para el caso, así como para vestir y avitua– llar sus ejércitos. Creóse con tal fin una serie de contribuciones especiales, que gravaron el tráfico mercantil, los almacenes co– merc~ales, y otros ramos, como las casas de juego; decretóse en 8 de febrero de 1816 el contracorso, para arruinar con su propia hostilidad a los corsarios; e instituyóse una inspección general de todas las armas, especial para el territorio de ultramar, confiada al teniente general don Francisco Javier Abadía, que debería en– tender en todo lo relativo a la organización, aprovisionamiento y embarque de tropas, armas, pertrechos, etc., destinados a dome– ñar la insurrección del Nuevo Mundo (2) Aprontáronse así algunos miles de hombres 1 que al principio se dispuso remitir a Buenos Aires; pero que luego, dado el pésimo estado de la causa realista en la naciente Colombia, fueron despachados a Costa-Firme (Vene– zuela) a órdenes del famoso y experto general Pablo Morillo. De ahí por Panamá, siguieron a Lima los cuerpos que formaban la cuarta división, a saber: batallón Cazadores de Extremadura, fuer– te de ochocientas plazas, su jefe el coronel don Mariano Ricafort (2) Decretos publicados en la Gaceta virreinal de Lima de 18 de abril de 1816 .
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