Historia de la emancipación del Perú: el protectorado
BLANCO ENCALADA 537 teniente coronel Justo del Hoyo,- conductores de cuatro mil fu– siles de respuesto y de buena cantidad de parque; convoy que del puerto enunciado levó anclas, con rumbo al Cabo de Hornos, en 21 de Inayo de 1818. IV Esta expedición, no despreciable, por la cifra de tropas que trasladaba, por el número de naves que la conducían y por la en– tidad del buque de guerra que venía custodiándola, era la que Blan– co Encalada debía aguardar y batir con la flamante escuadra chi– lena. Y a la verdad que el éxito presentábase halagador, porque, desde las priineras nuevas de su viaje, tal expedición aparecía ator– Inentada por una mala estrella. Llegada a las Canarias, bajo el golpe de recia tempestad, uno de los transportes tomó puerto en Tenerife, con tales averías, que hubo de ser abandonado totalmente, después de distribuir la tri– pulación y la oficialidad entre los demás buques. El primer comandante de la "María Isabel", capitán de navío don Manuel del Castillo, llegó enferino a Tenerife, atacado de una parálisis repentina; y allí hubo de quedarse, imposibilitado de se– guir adelante; con lo que el mando del buque recayó en el segundo, teniente de navío don Dionisio Capaz, hoinbre de condiciones con– corde con su apellido. En fin, aproximándose el convoy a Buenos Aires, prodújose sangrienta rebelión a bordo del transporte "Trinidad" ( 4). Había– se apartado éste del convoy el 30 de junio, a los cinco grados de latitud norte; y el 22 de julio, pasado la línea equinoccial, pero todavía en alta mar, la marinería y la tropa allí embarcadas, mo– vidas y capitaneadas por los sargentos priineros Reinigio Martínez, Francisco Moreno y Francisco Quintana, un sargento segundo de apellido Pelegrín y el cabo José Velazco, apoderáronse de las ar– Inas, ocuparon en son de guerra las bocas de las escotillas; asesi– naron cobardemente al capitán del trasporte y al jefe de la guar– nición, capitán Francisco Bandarán (5); practicaron lo mismo con los oficiales de igual grado Cosme Miranda y Manuel de La Fuen– te, y con los subtenientes José Apoitia (6), José Burgos y Nicolás Sánchez Tembleque; ajusticiaron con crudelísimos tormentos al he– roico sargento José Reyes y a los gloriosos cabos Miguel Lorite y Jo~é Fernández, en instantes en que procedían a dar fuego a la (4) Conducía 200 hombres sin contar la tripulación y la oficialidad. (5) O Balberar. (6) Apuira, dicen otros.
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