Historia de la emancipación del Perú: el protectorado
548 GERMAN LEGUIA y MARTINEZ fantasía potente y original, pero enfermiza; espíritu audaz y la– borioso pero fecundo en hastíos y desalientos, que tan pronto aco– metía un a empresa con teso!1ero ardor, como abandonábala en pre– ma tura saciedad para arremeter con otra distinta (3); temperamento simpático, pero neurótico, rayano a veces en el júbilo frenético, y, en ocasiones, rudo, inexplicable y aun agresivo - Arquibaldo, noveno barón de Cochrane y, simultáneamente noveno conde de Dundonald descuidó, perdido en su apretada red de ensueños, planes y pro– yectos, la educación del pequeño Thomas, su primogénito; y hasta contrarió, a puro capricho, la vocación indominable que aquél sin~ tiera por la profesión en que un día había de conquistar honra y gloria imperecederas y universales. La abuela materna del niño procuró suplir la deficiencia inte– lectual en que dejábale la atareada atención del padre; pero ello duró poco. porque este último determinó en forma repentina enro– larlo en el ejército. Y, efectivamente, a la vez que se le inscribía como oficial en el regimiento real númerb 104, matriculábasele, para estudiar la teoría de la táctica, en la academia extraoficial de Mr. Chawet. Era esto el año de 1789, en los momentos de estallar, con asombro de pueblos y tronos, la revolución francesa. El oficial incipiente y forzado encariñóse c:on aquél lejano estruendo regene– rador, tan conforme con su índole, tendencias y gustos, que, se– gún parece, decidió para siempre de su modo de pensar y de sentir, prendiendo en su cerebro, virgen e inculto, aquel radicalismo ce– rrado que manifestó constantemente en política y en toda clase de ideas y asuntos. II Pofundamente contrariado por su permanencia en los institu– tos marciales, cada día más odiosos por efecto del ridículo a que empujábanle las excentricidades de su original progenitor (4). Cochrane, con toda la energía de sus catorce años, formuló el ardiente deseo y la resolución ciega de dejar las filas, par~ consagrarse a la noveno conde de Dundonald vivió y murió pobre (1749.1831), sólo aliviado en su ancianidad por la numificencia de Thomas, el primer y más glorioso de sus siete hijos. (3) Equip~róle un crítico del Times a sir William Patty, personaje que "abrazó todas las ocupaciones conocidas, desde la de constructor de buques hasta la de agrimensor, desde la de sastre hasta la de músico, y desde la fí_ sica práctica hasta la invención de la aritmética política". Memorias de lord Cochrane, introd. pág. IX. (4) Refiere Cochrane, en su "Historia de un marino", que, sin duda como castigo a su resistencia antimilitarista terrestre, Archibald vistióle un día de
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