Historia de la emancipación del Perú: el protectorado
THOMAS COCHRANE 549 carrera y vida de la mar. Quizá si el temor de una locura, que el padre comprendió factible, como necesariamente hereditaria, per– mitió a éste último ceder y convenir en lo primero, pero rechazando terminantemente lo segundo. La sinrazón de esta negativa iba pa– rejas con lo fundado de la petición; porque es preciso reoordar aquí la circunstancia de que Thomas Cochrane tuviese por tío al gran marino Alejandro Forester Inglis Cochrane, a la sazón capi– tán de fragata y futuro almirante de la marina inglesa (5); perso– naje que, simpatizando de todas veras con el sobrino, protegía sus aficiones marineras, ofrecíale apoyo incondicional, reprendía las empecinadas resistencias del primo y, adelantándose al desenlace, ~i moroso, en todo caso previsto, había avanzádose a inscribir e1 nombre de Thomas en los registros del buque por él comandado en la flota británica. Ello es que el futuro héroe del "Speedy" y la ''Esmeralda" dejó su plaza en el ejército, y tornó al terruño nativo en que vegetó, sin ocupación ni provecho, más de cuatro años. III Al fin, el 27 de junio de 1793, casi a los dieciocho de su edad, embarcóse en el "Hind", destjnado a operar en los mares de No– ruega, y 'luego a cruzar hacia occidente, en persecución de los bu– ques coloniales franceses. La guerra ardía en el viejo mundo , y fué en las titánicas bregas antirepublicanas y antinapoleónicas dlonde el novel marino inició su aprendizaje. Francia y España, unidas, lidiaban contra Inglaterra (1797) . El corso, generalizado en Europa, y luego el bloqueo continental corbatín de seda, casaca azul con cuello y puños rojos, "a imitación del unL forme de Windsor"; chaleco amarillo y pantalón corto, "en homenaje al prin– cipio whig''; hízole cortar el pelo, engrasarle la cabeza y blanquear ésta con harina; y obligóle a salir a la calle en esa forma, llamando la atención general y exponiéndole al ridículo, al extremo de que un día, pasando, en Charing_ Cross, frente al palacio del duque de Northumberland, el populacho allí con– gregado, le saludó con horrenda silbatina. La obediencia del desairado hijo, en este caso, es la prueba mayor de la atrabilis y neuropatía paternas; tanto más, cuanto que, habiendo el adolescente requerido al autor de sus días pa– ra que en lo sucesivo le economizara aquel "martirio", éste último lo flageló en respuesta a sus quejas y protestas, por supuesto justísimas.- Memorias, introd. cit., págs. XI y XII. (5) El mismo que en Chesapeake, con una flotilla insignificante, derrotó una división naval francesa de cinco grandes navíos; comandó la escuadra bri– tánica de estación en América durante la guerra angloamericana de 1812 á 1815; y en 1814 coadyuvó marítimamente al ataque de Nueva.Orleans y a la rendición de Washington; contralmirante en 1804; vicealmirante en 1809 y al– mirante en 1819. Nació en 1758 y falleció en París en 1832.
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