Historia de la emancipación del Perú: el protectorado

PRIMER CRUCERO DE LORD COCHRANE FRENTE AL CALLAO 563 por un fondo de rectitud que, aunque hundido y cuasi ahogado por su larga vida aventurera o por su índole metalizada, hacía ex– plosió!-1 incontenible, tanto en presencia de cualquiera injuria in– merecida para con él mi~mo . cuanto de toda iniquidad o injusti– cia cometida contra los demás; y, en fin, por una cultura que en la vida corriente y en el trato normal, destapaba su nítido e inex– tinguible sedimento de gentleman distinguido, genuino, de pura sangre. De donde procede que, ante sus contemporáneos, lo mismo que ante la historia, yérguese esta inconmensurable figura, re– hacía siempre a todo juicio unilater::ll, concreto y definido; y com– parezca gigante, en las soledades de la mar del sur, como un enig– ma de gloria; mitad belleza, mitad pequeñez; ora luz sidérea ce– nital, ora Sombra de averno; moral antinomia; paradoja viviente; compendio de las virtudes y los vicios más incongruentes; nexo de las dotes entre sí más repugnantes; centro de las líneas más opuestas; y esbozo surgente de los rasgos más contradictorios. Ello mismo imprime en su silueta formidable la majestad de lo misterioso, el interés de lo impenetrable, la atracción de lo desco– nocido; el fulgor pungente de la verdad y la poética penunbra de la leyenda, a cuyo influjo el ánima suspensa ignora si ha de aplau– dir o repudiar; si en realidad venera o sólo admira; y en que, al fin, un juicio recto acaba por agradecer en esencia, pero sin ben– decir y sin amar. II Agradecer sí, porque la cooperación de este grande hombre fué decisiva tratándose de la independencia del Perú. Esa independencia, por la impoC\füiHdad de aportar a este virreinato expediciones ma– rítimas poderosas que la impulsaran, encendieran y cónsumaran rápidamente, tenía por condición esencial previa la posesión del océano, en que ante todo había que barrer con el dominio español, hasta entonces exclusivo en estas aguas; y ese fué el gran papel desempeñado por Cochrane. Abrir la senda fué su misión: ofrecer– la, abierta y segura ya, su mérito y su gloria. Desde que llegó de Santiago a Valparaíso, determinado a no perder instante, dióse a la labor de preparar la flota para vuelos eficientes y lejanos. Su experiencia de un lado, apresuró el logro de ese objetivo; y su prestigio, de otro, dió en tierra con las ambi– ciones, los ceJ05 y las insidias que empezaron a arder en torno suyo, subterráneamente; ya no sólo de parte de los nacionales, disgusta– dos con el predominio y anteposición de tantos oficiales y hombres

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