Historia de la emancipación del Perú: el protectorado

PRIMER CRUCERO DE LORD COCHRANE FRENTE AL CALLAO 569 zuela", de veintidós; y "Maipú", de dieciocho (17); el pailebot "Aran– zazu", con un cañón de a veinticuatro y veinte culebrinas (18); y seis buques mercantes armados en guerra - la "Resolución", de treinta y seis piezas de artillería, la "Cleopatra", de veintiocho; el "Fernando", &=· veintiséis; la "Foca", ' de veinte; el "Guarney" y el "San Antonio", de dieciocho -; a los que hay que agregar veintio– cho lanchas cañoneras y las ciento sesenta piezas (19) de los cas– tillos o fuertes del Real Felipe, de San Miguel y San Rafael, con que estaba ia pluza defendida, en total, por cuatrocientas treinti– nueve bocas de fuego. Tal cúmulo de artillería hacíala inexpugnable; y bien compren– día Cochrane que, para proceder contra una escuadra de tal modo protegida, había que contar exclusivamente con la astucia, la osadía y la sorpresa. VIII La navegación, por lo general, resultó feliz, no conturbada por más incidente que el de la sublevación inmediatamente sofrenada del "Araucano" y el grave riesgo de encallar o de estrellarse contra las peñolerías de la isla de San Lorenzo, en que vióse la almiranta, al surgir sobre el paralelo del Callaoi, y aproximarse a la bahía, tonteando entre el espeso cortinaje de la bruma marina, allí im– perante en aquellos meses (20). (17) El "Potrillo", de dieciocho cañones, estaba en Talcahuano, como la "Venganza". (18) Piezas largas de escaso calibre. (19) 165, según Torrente: op. cit., t. III, pág. 492: la cifra del texto es la exacta, según los estados de la época, corrientes en el archivo Paz Soldán. (20) "El pico de la isla de San Lorenzo -dice Miller- fué la primera tie– rra que descubrieron, desde lo alto del palo mayor (a donde la niebla no lle– gaba); y estaba tan inmediata, que temieron diese la fragata contra la costa antes de que pudiese virar. La tremenda resaca, y la espuma que ésta pro– ducía, rodeaban a la fragata; y la ansiedad de la gente fué extrema, hasta que, cediendo al impulso, empezó la virada a producir su efecto, y tomó otra dirección".- Memorias t. I, pág. 183.- Por lo que Miller asienta antes y después del trozo aquí acabado de citar, parece que la escuadra hubiese lle– gado al Callao el 28 de febrero. Ello no es exacto. Lo exacto es lo narrado en el texto. Sabemos que Miller no escribió por sí mismo sus Memorias, sino su hermano Juan, quien lo hizo en presencia de esos apuntes que aquél iba tomando, a veces fragmentarios y sin ilación. Por eso hay que compulsarlos, con los datos proporcionados por otros autores, y principalmente con los do– cumentos que han quedado de ese tiempo, única manera de establecer y res– tablecer la verdad de las cosas.

RkJQdWJsaXNoZXIy MjgwMjMx