Historia de la emancipación del Perú: el protectorado

570 GERMAN LEGUIA y MARTINEZ A un poco más de la mitad del derrotero habían días antes, divisado varias velas, en buques de apariencia respetable e induda– blemente de guerra. La alarma inicial disipóse en breve, tornada en regocijo, por tratarse de barcos enemigos. Eran, cabalmente, la "Andrómaca" y el "Blossom"; esto es, la división naval británica del Pacífico, comandada por el comodoro Henry Sheriff; división que, a fines de noviembre y principios de diciembre de 1818, había estado en Valparaíso, y cuyos jefes vimos participar gozosamente en las fiestas tributadas a Cochrane por la población del referido puerto. El almirante chileno y el comodoro anglo habíanse, en tal oportunidad, hecho grandes amigos; de modo que, apenas recon~ ciclas mutuamente las dos armadas, pasó Sheriff a visitar a su com– patriota y colega a bordo de la "O'Higgins", nave en la que celebra– ron larga y afectuosa entrevista. En ésta impúsose el héroe del "Speed" y la "Gamo" de cuanto érale imprescindible conocer: nú– mero, potencia y situación de la escuadra española; disposiciones que, para la mayor indemnidad del puerto y seguridad de la costa cercana, a norte y sur, acababa de expedir el virrey; próximo arri– bo de dos fragatas anglo-americanas, ya aguardadas por momentos en el Callao (la "Macedonia" y la "John Adams".; salida, anuncia– da para el 21 de febrero, domingo de carnaval,, de la corbeta mer– cante armada en guerra "San Antonio", con destino a Cádiz, condu– ciendo sesenta mil duros en moneda y un gran tesoro para el rey en relampagueantes barras de oro y plata; y, en fin, la circunstan– cia, para Cochrane interesantísima, de que en Lima no tuvieran las autoridade·s la menor idea del actual viaje del lord, a quien, ~egún los datos a propósito recibidos no se suponía listo para ope– rar con sus buques hasta el mes de marzo. IX Zapateó el corazón avaricioso del almirante, ante la evidencia de capturar, al paso, aquel fantástico acervo de riqueza de la "San Antonio"; y dióse a "corsear", como él mismo dice, a lo largo de la costa, avizorando la suspirada presa, pero a distancia prudente, que permitiérale escapar a la inquisidora mirada de los vigías de tierra. Nada, con todo, pudo encontrar hasta su presentación en el Callao. Así estuvo hasta el 21 de febrero, en que 1 ya congregados todos sus buques, determinó iniciar operaciones sobre la potente plaza. Sabía que los tres días de carnestolendas constituían un paréntesis de inactividad, descuido y frenética expansión en Lima y su puerto; juzgó seguro el abandono a que, durante aquel período (21 a 23),

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