Historia de la emancipación del Perú: el protectorado
572 GERMAN LEGUIA y MARTINEZ nuó en idéntica inacción, por supuesto desesperante para el carác– ter inquieto y arrebatado del gran inglés. XI El 28, a eso de las ocho de la mañana, rompió, en la bahía inmediata, intenso y continuado cañoneo. Intrigados los buques, o t emerosos de que alguno de ellos hubiera, por error aventurádose en el puerto, y estuviera en ese instante comprometido en un com– bate indudablemente desigual, apresuráronse, con el consiguiente p eligro, a salir de sus momentáneos ancladeros, en pos d e inquirir lo que pasaba y llenar su obligación de recíproca defensa. Natu– ralmente, Cochrane, con más ahinco que cualquier otro, adelantóse a hacer lo propio. Nadie vió, ni llegó a comprender nada, por ha– ber apretado, hasta impedir toda visión, el blanquecino sudario de la importuna niebla. Ciego en pleno día, el heroico navegante, in– quieto, desesperado, y a la manera de Ayax cabe los muros de Tro– ya, habría en ese instante retado al cielo en demanda de abierta luz, trépido y como maniatado en el abismo flotante de aquella oscuridad paradójicamente luminosa. ... Pasaron dos horas largas, sin haber en ellas cesado el pujante traquido de los cañones ( 22). Dice un testigo presencial que era imposible ver a veinte varas de distancia ( 23). La proximidad del mediodía despejó al fin un tanto el horizonte, y el almirante pudo entonces percibir cercana, y abordar rápidamente y coger a una lancha realista, en el acto rendida sin la más pequeña oposición. Era una de las vejntinueve embarcaciones sutiles del puerto (24) , armada en son de cañonera - vigía (con dos morteros y un cañón de a 24), y tripulada por un teniente y unos veinte hombres. Pri– sioneros éstos, descifraron el enigma; ..Y estaban haciendolo, cuan– do, a una mayor disipación de la bruma, observó Cochrane, con el catalejo, un bergantín que, con la insignia virreinal al tope, vol– víase, a t oda vela, de la cuerda exterior de la curvilínea rada, linde– ro hasta el cual había imprudentemente salido; y, como d emandan– do la protección de las baterías, penetraba en el fondeadero. Ese b ergan tín era el "Maipú", y en el navegaba en esos momentos el virrey Pezuela. (22) Miller dice, exageradamente que hasta cuatro: Memorias cits., vol. I, pág. 183 . (23) Id. id . (24) Tal es la cifra que, conforme a los partes oficiales de la época, da Mendiburu. Dice. cit . ol VIII, p ág. 206 .
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