Historia de la emancipación del Perú: el protectorado
PRIMER CRUCERO DE LO~D COCHRANE FRENTE AL CALLAO 579 a los diez años, hace su prístina proeza también con impavidez y serenidad olímpica~ (37). XVII El "Lautaro", que bátese asimismo heroicamente, a retaguar– dia de los buques españoles, es, por esa propia circunstancia, más fácil blanco y presa de los tiros despedidos por elevación. El biza– rro Guise cae gravemente herido. Spry, que toma el mando como su segundo, m:rniobra débil o desastrosamente; y, viendo los serios desperfectos que le causan a su buque, resuelve abandonar y aban– dona la bahía. Cochrane queda solo en la refriega. Ha trascurrido en ella una hora larga, y bien quisiera a su vez salir; pero impídelo la calma mu~rta; y continúa, a tan corta distancia, desafiando la fu– ria de los adversarios,, entre una verdadera lluvia, algo más, entre un infierno de proyectiles. A las dos horas (38), mal dejados por él algunos buques; apa– gados los fuegos de tierra, procedentes del ángulo o extremo norte; y ya también maltratada la almiranta, aunque nó con notables ave– ría - aprovecha el primer súbito soplo de brisa meridional, des– pliega velas, leva anclas, hace un último duplo recorrido a lo lar- (37) Ese heroico niño "paseaba por el alcázar durante el combate". La bala que decapitó al marjno recordado en la nota 36, salpicó a Thomas "con los sesos de éste". Entonces, dice Miller, "Con una naturalidad admirable y un valor que parecía más que personal, heredado, corrió hacia su padre dL ciendo: Papá, la bala no me ha tocado: no, no estoy herido". Op. et vol. cit., págs. 185 y 186 - Por su parte, Cochrane, con la natural satisfacción que el hecho produjo en su corazón de padre, cuéntalo de esta manera: "En este hecho de armas, mi hijo casi muere; y relataré lo que pasó, porque esta ocu– rrencia ha sido narrada con alguna inexactitud por algunos escritores chile– nos . Al principiar el fuego había colocado al niño en mi cámara, cerrando la puerta con llave; pero, disgustado de la reclusión, se salió por la ventana de los jardines de popa, para venír a colocarse a mi lado. Como mal podía ocu– parme en él, le permití quedarse, y, con su uniforme de guardiamarina en miniatura, que habíanle hecho los marineros, púsose a dar pólvora a los ar– tilleros. Hallábase en tal ocupación, cuando una bala rasa llevóse la cabeza de un hombre de mar que estaba próximo a él y le salpicó el rostro con los sesos de aquel infeliz. Inmediatamente recobró su serenidad, no sin gran ali– vio para mí, que estaba aturdido creyendo que le habían muerto, y corrió a encontrarme gritando: No me han herido, papá: la bala no me ha tocado: Juanillo dice, que la bala que ha de matar al niño de mamá, no se ha fun– dido aún. Mandé que lo llevasen abajo; pero habiéndose resistido con todas sus fuerzas, hube al fin de permitirle permanecer sobre la cubierta durante la acción".- Memorias, págs. 11 y 12. (38) Dice Miller que una hora, y es Cochrane quien habla de dos.
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