Historia de la emancipación del Perú: el protectorado
PRIMER CRUCERO DE LORD COCHRANE FRENTE AL CALLAO 587 pequeño valor y tonelaje, deberían ser el instrumento destructor de las naves de guerra enemigas, empezando por las dos fragatas, que entre ellas eran his de mayor porte; la "Bárbara", cuyo lanza– miento se encargaba al capitán Carter; el "Victoria", encomendado al valiente oficial del "San Martín", teniente Armstrong: y el "Lu– cero" que había de ser dirigido por el oficial del "Lautaro" te– niente Lowson". Los dos primeros barcos hallábanse del todo ex– peditos, y acondicionábase ya la carga del tercero, cuando en la manipulación de las sustancias requeridas, prodújose el día 19 súbita explosión. No pudo descubrirse su causa; pero el hecho es que el diligente jefe de aquellos trabajos y diez de los soldados o marineros que secundábanlo en el procedimiento, fueron víctimas del inopinado accidente. Miller, sobre todo, recibió horrendas que– maduras en el rostro y en las manos, que postráronle largo tiem– po en cama y mantuviéronlo a punto de morir, sin otro consuelo que las vivas muestras de afecto que en tan lamentable ocasión diéranle sus colegas subordinados (48). XXVI Suplidas en solo tres días la falta del manipulador enfermo, con la aceptable dirección de algunos de sus ayudantes ilesos; y la de las sustancias perdidas en el estallido, con las nuevas que siempre es posible obtener, -el 22 de mayo, a las diez de la noche, cuando silencio y oscuridad absolutos imperaban en la somnolente bahía, la "O'Higgins", como un fantasma, seguido de otros dos - la "Lautaro" y el "San Martín"- desliza su silueta entre las sombras; vence las seis millas mediantes desde su refugio del islo– te; y, sin trepidación ni moratoria, introdúcese en el puerto. In– mediatamente después de la "O'Higgins", pero antes de la "Lautaro" v el "San Martb", proceden Carter, Armstrong y Lowson con sus barquichuelos recargc1dos; y, a retaguardia de éstos, comisionado (48) "La explosión abrasó el rostro y las manos, y puso en el estado más lastimoso al mayor Miller y a diez hombres más. El primero perdió las uñas de ambas manos; se le hinchó la cara al doble del estado natural; y le alimentaban con un pistero por una abertura hecha en el vendaje que le cubría toda la cara. Estuvo ciego y delirante algunos días, y en varias sema– nas no pudo salir de su camarote. Los que como él sufrieron por aquel ae– cidente, manifestaron por Miller un extraordinario interés y una adhesión heroica. En medio de sus agudos dolores y terribles sufrimientos, negábanse a que les curaran sus quemadura , hasta que el cirujano les aseguró que su jefe había sido ya curado": Memorias y vol, cits., pág. 186.
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