Historia de la emancipación del Perú: el protectorado

PRIMER CRUCERO DE LORD COCHRANE FRENTE AL CALLAO 589 Cochrane se bate una hora entera contra todas las baterías del puerto, escapando casi. indemne a favor de su maniobra y de la oscuridad, ésta espesa, aquélla habilísima; y, desencantado del ensayo, que hácele suspender toda operación con el "Victoria" y el "Santa h'árbara", deja su línea de combate entre un fuego vi– vísimo, y vuelve a su abrigo normal de San Lorenzo a la mira de mejor oportunidad. XXVIII Pero su situació'1. va haciéndose imposible. La aguada y los víveres traídos desde Valparaíso, aunque calculados para cuatro meses, se han agotado casi en los dos ya trascurridos, no obstante los extraordinarios auxilios obtenidos a bordo de las embarcacio– nes apresadas, que, por la poca importancia de éstas·, han sido siempre insignW.cantes (51). Medita en la manera de llenar tan inaplazable exigencia, cuando se ve inopinadamente embestido tres días después - el 25 de marzo. Era de mañana, cuando, aprovechando de la calma y la ne– blina reinantes invariablemente hasta el mediodía, las veintiocho Lanchas realistas, todas armadas con piezas de a veinticuatro, y seguidas de multitud de botes con gente de abordaje, aproximá– ronse a la isla,, con el plan y la resolución de embestir a la escua– dra bloqueadora y aprehenderla o destruirla en feroz asalto. Sa– ben que la ausencia de viento tiene a ésta última condenada a in– vencible inmovilidad, y se prometen favorable éxito del plan. Lle– gan a colocarse a tiro de pistola de la "O'Higgins". Cochrane, vigi– lante y listo siempre, las recibe a cañonazos. Para dicha suya, en ese instante comienza a soplar suave ventolina precursora de la brisa diurna, y el almirante pónese a la vela para transformarse de sorprendido en atacante. Las cañoneras huyen. En esa huída nau– fraga una de ellas. Cochrane se abstiene de U!la persecución que no ofrece fruto; y, como en pocos días más, aunque tiene harinas y otras provisiones cogidas a una goleta americana, ya no tendrá (51) A la circunstancia de haber de alimentar a los tripulantes de las presas y a los patriotas libertados de la prisión de San Lorenzo, unióse el fraude de los provisores de víveres, que mermaban éstos en una tercera par– te. En nota de 29 de marzo de 1819 decía el almirante al ministro Centeno (desde Huacho): "En alta mar se descubrió que los barriles de carne salada recibidos y cargados al Gobierno por 300 o 400 lbs., no tenían sinó dos ter– cios de ella, o, si alcanzaban a aquel peso, era en razón de los huesos, cueros y otras inmundicias mezcladas al intento de comrpletarlas". Apud Bulnes, op. cit., vol. I, pág. 267, nota númo. 1.

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