Historia de la emancipación del Perú: el protectorado
600 GERMA LEGUIA y MARTINEZ por la palabra misma de los pueblos que han precedido al Perú en la senda radian te de la aut onomía y de la libertad. En todos los p u ertos r eferidos h an cir culado proclamas suscritas por Cochrane y por O'Higgins, excitando a los pueblos del Perú en el sentido de la reb eldía, a la sazón iluminado por e l crepúsculo de la esperanza. "¡Compatriotas!" - decía Cochrane a los peruanos, erigiéndose así en hijo adoptivo de nu estra patria, aun antes de haber practicado la s grandes cosas qu e después consumó en pro de su independen– cia. Los r ep etidos ecos de libertad resonantes en la América del Sur, fueron dondequiera con placer oídos por la culta Europa, y especialmente en la Gran Br etaña, donde, no pudiendo resistir al d es eo de unirm e a vu estr a causa determiné en seguida participar en ella. La r epública de Chile me ha confiado el mando de sus fuer– zas navales. A ella s compete fund a r y cimentar la soberanía del m a r Pacífico. Con su cooper ación quebrantaréis vuestras cadenas. No lo dudéis . Está p r óximo el día en que, de la degradante condi– ción en que yacéis sumidos,. seáis elevados al rango de las naciones libres; rango a que naturalmente os llaman vuestra posición geo– gráfica y el curso de los acontecimientos. Tocaos coadyuvar a la realización de este objeto, arrostrando todos los peligros, en la firm e inteligencia d e que t endréis el más eficaz apoyo del gobierno de Chile y de vuestro amigo - Cochrane". Est a s p r oclam as d el almirante penetraron en el Perú con el éxito q ue es de im agina r , acompañadas de otras de O'Higgins en térm inos parecidos; éxito cuya extensión puede calcularse por el h echo d e haber Pezu ela creídose en la necesidad de distribuir con– trapr oclamas que desvirtuasen la impresión profunda y general des– p ertada por la s que desparramó a lo largo de la costa norte la escuadra de los libres. Es de suponer, con tal antecedente, que la excursion de Cochra– ne a las p layas de Piura fuese inspirada, respecto a sus habitantes, p or sentimientos y p r ocedimientos amigos, encaminados a despa– rramar adhesiones y simpatías. Desgraciadamente, la sed de oro del eminente m arino y d e sus subalternos, hicieron que no ocurrie– se así. X Grandes eran - como efectivamente fue-~on --los provechos que la escuadra promet ióse de este viaje a Piura, donde, pocos días antes , h ab íase depositado y a lmacenBdo en aduana el contingente
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