Historia de la emancipación del Perú: el protectorado

616 GERMAN LEGUIA 1 MARTINEZ Chile en compama del almirante, que salió al primer crucero, de– jando a esos técnicos ocupados en la preparación asidua de los co– hetes anhelados. En los días de la partida de Cochrane (enero de 1819) estaba en efecto instalado, en el cuartel de artillería de San– tiago, el taller consagrado a esa fabricación. Director del estableci– miento era el sargento mayor inglés Sir James Charles, joven dotado de excepcionales valor y talento; que había conquistádose alta nom– bradía en las luchas antinapoleónicas; desinteresado y noble; ami– go de la libertad, por la cual vino a combatir en Sud-América, más que por interés o por espíritu de aventura, por alta y simpática convicción; y héroe desventurado, que, pudiendo haber alcanzado figuración y nombre altísimo, estaba predestinado a morir oscura– mente, en la incursión que parte de la flota independiente efectuó en Pisco, a las órdenes de Guise. Con Charles trabajaban como subalternos, el especialista Goldsack, el polvorista o pirotécnico Tylor, el capitán Hind (inglés), y el médico francés Dr. Diego Pa– roissien, venido a Chile con el ejército de los Andes. VII Precisamente¿ en los momentos en que el almirante encontrá– base en Huambacho; al día siguiente del bautismo de sangre de Vidal, en los arenales de Huarmey; y próxima la flota a salir, como salió horas después, de regreso hacia el Callao; efectuábase en la capital de Chile, el primer ensayo de los consabidos cohetes, con éxito que pareció prometer el más espléndido resultado (6). Dicho ensayo practicóse en presencia de O'Higgins, del ministro de gue– rra Centeno y de muchas personas más, (5 de mayo de 1819). La esperanza y la alegría palpitaron en los corazones de todos los cir– cunstantes; y Centeno, frío y reservado de suyo, extremó su entu– siasmo hasta el extremo de dirigir manifestación solemne de la sa– tisfacción oficial a los elaboradores; otorgar a éstos últimos una asignación mensual a su familia en Londres, y una pensión, mortis causa, para la misma, sustitutiva de la que esa familia tenía derecho a disfrutar fallecido su jefe en la propia patria. Las condiciones de la contrata Tylor eran menos generosas, como era natural. (6) Cuenta Bulnes, a este propósito, en vista de interesantes papeles iné– ditos de que pudo dichosamente disponer, que, dadas las estrecheces del erario de Chile, y con un espíritu de economía digno de todo elogio, llegóse a extraer el cobre necesario para k preparación, "de objetos viejos de este metal'', existentes "en los almacenes de aduana de Valparaíso", y hasta pi– diendo, ''por nota oficial", el envío de ''una campana grande inútil, tres pailas grandes, un obús de 6 1/2 pulgadas y algunas ollas viejas". Op. et vol. cit., pág . 289.

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