Historia de la emancipación del Perú: el protectorado
SEGUNDO CRUCERO DE LORD COCHRANE 639 y ello arreciará, con la luz del día, los peligros del furioso bombar– deo de los castillos, que no se dan punto de reposo. Cochrane orde– na la retirada. Balsas y buques desocupan el puerto y se refugian en la isla de San Lorenzo. Nervioso e inquieto, apura el lord la acer– bidad del fracaso, cruel y bochornoso ante los desplantes y presun– ciones que lo han precedido; y, mientras los defensores de la plaza se entregan al contento del triunfo (28), el mortificado jefe trina contra los elaboradores de los cohetes y piensa en los tristes efectos que el desastre (porque lo es) va a producir en la opinión y en el gobierno de Chile (29). "Así -exclama Miller- se malogró un ataque en que se había fundado tántas esperanzas, y cuyo resultado nos sorprendió a todos tan desagradablemente" (30). XI Pero no era el comandante en jefe de la escuadra patriota, per– sona que se dejase abatir y aplanar por los reveses. Para entretener a sus subalternos, que sabía murmuraban de él, ridiculizando su anterior confianza en elementos, como los cohetes, de éxito real– mente ridículo; y como para manifestar la poca importancia que concedía al asunto y su fe ciega en un feliz resultado; dióseles el 4 un espectáculo pueril, indigno de su posición, de su seriedad y de su altura. En la noche de esa fecha, hizo que del centro de la rada se fanzase ~obre los buques realistas un barril de alquitrán encendido, que los fuertes recibieron con un vivo cañoneo largo de una hora, excitando las regocijadas risas y chacotas hirientes de los marineros patriotas (31). En esas y las otras, preparaba otro ataque para el S. (28) Los españoles perdieron una lancha cañonera y "experimentaron algún estrago en los fuertes y los buques" (id., loe. cit), pero no de consL deración, por la causal enunciada al final del IX de este capítulo; causal que no vale la pena de repetirla. ·Tales daños, según Cochrane, fueron cau– sados exclusivamente por la balsa-mortero de Miller. (Memorias, pág. 30). (29) Desfogóla éste último contra Goldsack, el técnico de marras, que fue destituído, a quien Cochrane exculpa en estos términos: "La verdadera responsabilidad la tenía el mismo gobierno, que no sumJnistró obreros ni materiales competentes. Por economía, empleó a los prisioneros, y usó un zinc de mala calidad para soldar los tubos, frustrando el buen resultado de ese gran elemento por el ahorro de unos cuantos pesos". Memorias, pág. 31. Agrega que "la capacidad de Goldsack era incuestionable, pues tenía (como ya nosotros lo hemos dicho), la recomendación de haber sido, durante algu.. nos años, uno de los principales ayudantes del caballero W. Congreve en Woolwich, id. id. (30) Memorias cits. pág. 200 . (31) Torrente, 11, pág. 500; y Miller, pág. 201. El primero de estos auto-
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