Historia de la emancipación del Perú: el protectorado
640 GERMAN LEGUIA y MARTINEZ Era éste un retroceso a los brulotes, sin abandonar del todo la utilización de los malaventurados cohetes; brulotes que, se recorda– rá, entraban anticipadamente en el plan ofensivo ideado contra el Callao, y para preparar los cuales habíase llevado a los buquezuelos "Victoria" y "Jerezana". Ya acondicionados para esa nueva acometi– da, fueron éstos últimos puestos a las órdenes de los oficiales Morguell y Cobett, respectivamente; y tanto los bergantines ("Puei– rredón", "Araucano" y "Galvarino") como las balsas, penetraron en la bahía, a las ocho de la noche, del enunciado 5 de octubre, en el orden mismo del ataque anterior, y sin más variante que la presen– cia, en reemplazo del valeroso Hind, postrado por su mortal herida, del no menos bizarro teniente Freeman; marino que ya había to– mado participación en un eficaz lanzamiento de los mentados cohe– tes en el sitio de Argel. Esta vez quiso Cochrane, para estimular a su gente, desempeñar papel más directo y activo en la acción; y al efecto entró también con la almiranta, y se colocó gallardamente en el centro de la flota de combate. Esta se deslizó, con mil precau– ciones, hasta muy cerca del perímetro semicircular tras el que, pro– tegido por sus palizadas en berlinga, anclaba la flota contraria. Tales precauciones no dieron fruto, porque la vigilancia del enemigo era extremada; así que, notada apenas la línea sospechosísima de sombras que así resbalaban sobre el mar camino al fondeadero, bu– ques y fuertes realistas vomitaron sobre ella un verdadero volcán de bombas. Una de éstas últimas perforó el casco del brulote "Vic– toria", confiado a Morguell; casco que, "acribillado de balas" (32), inmediatamente empezó a hacer agua; con lo cual el referido jefe decidió prenderlo y lanzarlo, antes de que en la embarcación sobre– viniese algún postrer fracaso. La explosión se produjo, es cierto; pero muy lejos todavía del blanco realista. Falló de esa manera el primer golpe; y, desde aquel momento, todo fue fatalidad. Sobre– vino, en efecto, calma chicha, completa, mortal, que imposibilitó el proyectado lanzamiento de la "Jerezana" (33); los cohetes expelidos en esta ocasión marraron otra vez y ofrendaron un nuevo desen- res descarga a sus paisanos del ridículo que causóle el incidente, exponiendo que ''la alarma producida por objeto tan insignificante, fue la mejor prueba de la vigilancia de las tropas realistas, y de su tesón en defender, a toda costa, los puntos que estaban confiados a su lealtad y bizarría", loe. cit. (32) Memorias del Lord, pág. 31. (33) Confiada, como ya se dijo, al teniente Cobett, predestinado a pere.. cer, siete años después, con la famosa almiranta "O'Higgins'' probablemente en el Cabo de Hornos, yendo de Chile a la Argentina. Cobett era entonces (1826), jefe del expresado buque y sucumbió, en sitio hasta ahora ignorado, con todos sus subalternos, sin que escapase uno solo. V. Miller, op. et vol. cit . pág. 201 .
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