Historia de la emancipación del Perú: el protectorado

SEGUNDO CRUCERO DE LORD COCHRANE 645 XVI Por lo que hacía el "Araucano", debería proceder hacia Chorri– llos; reconocer el puerto del Callao, por el lado de barlovento, "como temeroso de acercarse", o hacerlo a sotavento de la punta de San Lorenzo, todo para inducir al enemigo a la creencia de que la es– cuadra patriota no estaba en las cercanías del puerto"; observar al ''Pueirredón", avanzando del oeste hacia el Callao; darle caza y capturarlo un poco a sotavento; tomarlo a remolque ''haciendo toda la vela posible, y dejando izada su bandera mercante (española) para engañar a los realistas"; dirigirse al O.N.O.; entrar, si aquéllos salieran del Callao, al lado afuera de la isla; continuar poco a poco a sotavento, para incitarlos a seguir; caso de hacer esto último, y largaran mucha vela, pasar entre el Pelado y las Mazorcas, ciñéndose al viento entre la interior y la tierra firme; y, si el adversario per– sistiera a sotavento, echar a la mar barriles bien tapados, "como si fuera para aligerar el buque", así con el objeto de "denotar te– mor", como a fin de brindar a los patriotas una guía, cuidando de que tales barriles no se arrastraran, al cual efecto se echaría un pedazo de lastre de hierro con una veta larga". Cooperando oportunamente al objetivo principal, la ''O'Higgins" y la "Independencia" cerrarían el puerto del Callao a las seis de la tarde, en disposición, según las circunstancias, de perseguir o cerrar F!l paso a los buques españoles salidos de la bahía, que de aquel modo podrían ser, por fin, cogidos en la red y capturados ( 41). XVII Después de despachar esa misma expedición a Pisco, el "Puei– rredón" y el "Araucano" salieron e iniciaron a la vista de los adver– sarios la comedia de persecución y captura que tan minuciosamente se acababa de prescribirles. No hay que decir cuán exactamente desempeñó cada uno de los dos buques su respectivo papel; sólo que los españoles no se dejaron engañar por el ardid, realmente original, y permanecieron en su ~ctitud de expectación, ora por haber de ceñirse estrictamente a la prohibición suprema de salir, así se perdiesen todos los tesoros por venir; ora porque, conocedores de las mil argucias del lord en su larga y conocida historia, compren– diesen la celada y temiesen el peligro. (41) Ningún escritor, a no ser Bulnes, que tuvo a la vi ta las instruccio– nes expresadas, habla de este incidente, tan curioso e intere ante. V. esos do– cumentos en el cit. autor, nota única de la pág. 312, t. I, op. cit.

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