Historia de la emancipación del Perú: el protectorado
SEGUNDO CRUCERO DE LORD COCHRANE 647 supervivencia de la "Prueba", que, en la imposibilidad de ntrar en el Callao, anunciaba su reiterado regreso a Guayaquil. Cochrane saboreó el anticipado gozo de borrar todas las desventuras padeci– das, con algo tan importante como la captura de la fragata espa– ñola; y, sin aguardar nada ni a nadie, fuera cual fuese la suerte de los expedicionarios despedidos con Guise y Charles al sur, dejó el pesaélo "Araucano" para voltejear en las proximidades de la bahía, perdióse hacia el setentrión con las cuatro únicas actuales unidades de su flota: la "O'Higgins", la "Independencia", el "Pueirredón" y el "San Martín" (12 de noviembre). Dejémosle alejarse hacia la línea equinoccial, y hagamos un paréntesis, para buscar y perseguir la estela de los bravos, destacados por el almirante sobre el vecino litoral de Pisco. (43) (43) Ya, para entonces Cochrane y Charles, que altamente apreciado por su jefe, servía a bordo de la "O'Higgins", habían incidido y reincidido en pro– poner y ponderar la realización de incursiones terrestres. Son notables, a este propósito, la carta de 11 de noviembre (del almirante) y las de 22 de agosto y 11 de octubre (de su compatriota y colega). Planeábase en ellas un doble desembarco, en Guayaquil y Arica; éste último, para ocupar a Tacna y jaquear a los soldados españoles de Arequipa, "de cuyos habitantes se habían recL bido numerosas pruebas de adhesión". Así se arrancarían elementos de guerra y toda clase de recursos al adversario; se dividiría la atención de Pezuela, ocupándola de preferencia en la defensa de su jurisdicción; se evitaría, en consecuencia, el peligro ele invasión en Chile; y se provocaría la deserción en los ejércitos reales; deserción que, si no se efectuaba, era ''por no saber los soldados realistas a donde hacerla". Las comunicaciones referidas y las que– jaso protestas oficiales del lord, produjeron al fin un cambio, aunque parcial, en las instrucciones del despacho de la Guerra de Chile, que en 8 de diciem– bre del propio año (1819) complació al almirante de e ta manera: "No alcan– zando la previsión humana a calcular los incidentes que, en el curso de las operaciones de la guerra naval, puedan producir el desconcierto de planes que, fundados por otra parte en datos especialmente determinados, se han creído de la más segura y efectiva combinación, como lo ha hecho ver la experiencia en el curso de la campaña en que actualmente se empeña la escuadra de la República, cuyo principal objeto, habiendo sido destruir Ja enemiga que existe al ancla en el Callao, no pudo realizarse, a pesar de nuestras mejores esperanzas, por la deficiencia, que no se calculó, de los cohetes incendiarios, y de otras armas en que especialmente estribaba el nervio de esta operación, habiéndose visto, por consecuencia, precisado el aL mirante a dar una nueva dirección a los negocios que se le han confiado conforme al tenor y espíritu del artículo último de las instrucciones que se le dieron el 6 de setiembre antepróximo; por tanto, y a fin de remover cua– lesquiera trabas que, por falta de amplificación, por ambigüedad o intempes– tivas restricciones, pueden ligar al almirante hasta impedirle tal vez que delibere con aquella rapidez y oportuna franqueza que requiere Ja urgencia de las circunstancias; vengo en autorizarlo plenamente para que, en las operaciones de la guerra de que está encargado, obre con la libertad y am-
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