Historia de la emancipación del Perú: el protectorado
SEGUNDO CRUCERO DE LORD COCHRANE 657 IX Guise y Miller rinden el homenaje de su aplauso (16) a Soyer levemente lesionado, que se ha batido como un león; al capitán Ur– quiza, que se repone en breve de su grave herida; al teniente Carson, americano del norte; al capitán alemán Guticker; y al teniente chi– leno Rivera, todos los últimos indemnes, a pesar de los prodigios que han hecho de valor. El capitán Sowersby es colocado a la cabeza de las marinerías desembarcadas, que han tomado el fuerte, no sin efusión de sangre como fuéralo, sobre el campo, el propio Guticker para las tropas de tierra. Reembárcase a éstas últimas, que han soportado, con grandes pérdidas, lo más rudo de la acción, y son por eso, merecedoras de descanso; y quedan las primeras en tierra, para la aprehensión y embarque del abundante botín. Sowersby, que como Charles en Pisco, exhalará su último aliento por la libertad sobre los campos de Junín, permanece en villa y puerto, tranquila e impunemente durante cuatro largos días, recogiendo cuantos gana– dos y víveres ha menester la escuadra, así como gran cantidad de · aguardientes. Diez y seis mil botijas de este artículo pisqueño, famo– so en el mundo, depositadas y listas en la fortaleza rendida, para su porteo marítimo en el "Cantón", son, en su mayor parte, traslada– das al propio buque, tomado en presa, y a los demás de la división naval expedicionaria. Lo que no puede caber a bordo es derramado o incendiado (con almacenes y todo) por la gente de mar, que se embriaga y desorganiza desastradamente (17). Piérdense así dos– cientos mil galones del precioso líquido, cuyo valor asciende a suma igual de duros españoles. Cuando el virrey Pezuela, sabedor de estos para él dolorosos hechos, despacha al indispensable García Camba con dos compañías del batallón Numancia, un escuadrón del regi– miento Dragones del Perú y dos piezas de artillería, es ya demasiado tarde para poder escarmentar a los patriotas, porque éstos se han reembarcado el 11 de noviembre y perdídose en el horizonte, al parecer (y ijSÍ era en realidad) con rumbo al setentrión. Las fuerzas virreinales tórnanse a Lima de Cañete, a donde han llegado el 12: Camba es nombrado comandante de la costa sur, en lugar del mal– aventurado González, que pasa del cuartel a la capital, lo cual da tanto como despedirlo del serv!cio y condenarlo al r etiro; y, gracias a la lección recibida, el nuevo jefe militar español, con su tesón ha- (16) El segundo, después, en sus Memorias, pág. 205. (17) ''Las tripulac¡ones, dice Cochrane, se hacían ingobernables por la embriaguez": Memorias, pág. 35.
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