Historia de la emancipación del Perú: el protectorado
CAPITULO X VALDIVIA.- LA GORRA DE VIDAL. 1 Venía el almirante del norte, contrariado, como él mismo ex– pone, de no haber realizado sus sueños de destrucción y de gloria en la bahía del Callao ( 1). El pueblo de Chile esperaba de su flota y del genio que la comandaba, "verdaderos imposibles"; y tenía por tanto, para satisfacer a ese pueblo, así como para "satisfacer su amor propio herido", que consumar algo grande, inesperado, .ex– traordinario, inconcebible, inaudito, para imponerse con un presti– gio abrumante a la opinión y al gobierno, y con sus llamaradas de leyenda aplastar ét la envidia y a la emulación e imprimir sello de eterno silencio en el p ensamiento y en los labios de sus rivales, de– tractores y enemigos. Su alma, intensamente impetuosa y ·sobera– namente elástica, tenía vuelo capaz de las más remotas alturas, y sólo necesitaba ocasión, objetivo y finalidad para dispararse en tin espacio sin límites. Buscóse esa ocasión con mirada de águila, fijo su objetivo con precisión profética, y entregó a su audacia la fina– lidad así concebida. Y procedió solo, completamente solo, para que nadie le estorbase la acción, ni le disputase el brillo y la sonoridad del relampagueante triunfo. Los españoles poseían dos plazas fuer– tes en el Pacífico, reputadas inexpugnables. Pues bien, decidióse a capturar la más difícil, la más invencible de ellas: la plaza de Val· divia. "Libre de las gentes que no quisieron secundarle en sus ope– raciones anteriores" (2) , quiso lanzarse al abismo o a la gloria a todo riesgo. Fue temeridad suya? El almirante excelso y genial lo niega: "La temeridad, exclama. no es una cualidad inherente a mi carácter, aunque como tal se me hubiese imputado muchas veces. (1) Memorias, págs. 37 y 38 (2) Esta frase despectiva del lord es injusta, porque ninguno dejó de cumplir con su deber de cuantos hallábanse a sus órdenes, ni aun sus notorios enemigos Guise y Spry, que brillaron siempre por su decisión y denuedo en los momentos del peligro. Para nosotros, la mayor, casi la única explicación de la acción solitaria de Cochrane en Valdivia, fue, antes que nada, su egoí mo.
Made with FlippingBook
RkJQdWJsaXNoZXIy MjgwMjMx