Historia de la emancipación del Perú: el protectorado
VALDIVIA.- LA GORRA DE VIDAL 669 to que avistó al anochecer del 20. La "O'Higgins" penetró en esa bahía, no obstante la oscuridad de la noche, encalló y estuvo a punto de perderse en los arrecifes del islote de Quiriquiña; peligro de que el almirante salvó con su habitual destreza. En Talcahuano encontraron dos buques de guerra de los últimamente facilitados al pueblo chileno por el gobierno de la República Argentina. Eran la goleta "Montezuma" y el bergantín "Intrépido", comandado a la sazón por nuestro conocido, el capitán Carter. Miller, en esa misma noche - tan débil, que, como él mismo dice, no podía montar a caballo, ni apearse de éste sin ayuda - pasó a la ciudad de Con– cepción, a anunciar al gobernador, coronel Freire, la llegada de Cochrane. Este último, a caballo con su teniente, hizo cosa igual en la mañana del 21, recibido, una legua antes de la ciudad, por el referido gobernador, que le tributó honores y atenciones de toda especie. ¿Qué objeto tenía aquel viaje? Realizar la idea feliz que, diji– mos muy poco ha, había relampagueado en el alma de Cochrane, al ver que sus solas fuerzas no alcanzaban para el golpe que me– ditaba sobre Valdivia; como que esas fuerzas reducíanse a la ma– rinería de la "O'Higgins" y a su pequeña guarnición.- Ascendía la primera a doscientos diez individuos, y a ciento veinte la segunda, o sea ambas, a un total de trescientos treinta hombres; cifra en ver– dad ridícula para embestir contra los nueve castillos valdivianos, contra sus ciento dieciocho bocas de fuego, sus setecientos ochenta soldados de línea veteranos, y sus ochocientos veinti– nueve plazas de milicias. Mientras tanto, Freire, que al frente de tropas, si no abundantes, competentt-s, lidiaba en Concepción con– tra }Qs realistas y los araucanos, ind~os aliados entonces con el fa· moso y feroz guerrillero hispano Benavides; Freire, a quien Co– chrane, por ciertas excelentes condiciones de corazón y de carác– ter, consideraba el hombre más capaz de aquilatar las ventajas de su empresa - Freire podría, sin gran desmedro suyo, proporcio– narle los refuerzos que esa empresa exigía. De aquí su resolución de marchar a Talcahuano y, sin pérdida de instante, pasar a Con· cepción - jardín risueño bañado por las ondas del caudaloso río - para entrevistarse con el popular gobernador y demandar aque– llos indispensables auxilios. Como lo pensó, lo obtuvo. Freire le fa– cilitó una columna de doscientos cincuenta soldados a órdenes del sargento mayor francés N. Beauchef, que, embarcados en la "O' Higgins", la "Montezuma" y el "Intrépido", completaron una ci– fra de quinientos ochenta hombres, con los que Cochrane se juzgó ya capaz de acometer a la plaza realista. Los buques enunciados
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