Historia de la emancipación del Perú: el protectorado

VALDIVIA.- LA GORRA DE VIDAL 675 milla, ceñida aun más en su parte media por los promontorios fronterizos de Amargos y de La Niebla. En el centro o corazón de la estrella demora el diminuto y esmeraldino islote de Manzanera, dd cual despréndense, como radios de un círculo dejado de trazar, o al cual convergen, como luengos pétalos de enorme flor sobre su cáliz, los cuatro enunciados brazos de la magna estrella. En los tiempo~ a que aquí nos referimos esa red de ríos, brazos, bahías y canales estaba completamente erizada de fuertes. Penetran– do, a la derecha, encontrábase el castillo del Inglés, sobre la aguada o caleta de su nombre, fuera del puerto; el de San Carlos, ya interior, erecto encima de pequeña península piriforme y saliente; el de Amargos, sobre el promontorio antes nombrado; el alto y bajo Cho– rocomayo, en el cerro de este apodo, frente a la punta del Calvario; y, canal adentro, fronterizo a la Manzanera, sobre una ensenada comprehensa entre las puntas del Calvario y de Santa Rosa, el estu– pendo castillo de Corral. A la izquierda erguíanse: la gran fortaleza de Niebla, cancerbero del puerto, sobre el extremo lateral exterior de la lengua de tierra que a la diestra aconcha la desembocadura del Valdivia; el castillo del Piojo, sobre el extremo lateral interior de la misma lengua; y el del Carbonero, sobre la isla del Rey, a la extremidad siniestra de la boca del río. En el ángulo saliente del cuadrado en que se recalca el islote de Manzanares, el castillo de esta denominación; y en el continental fronterizo a la espalda del islote, el del Frontón. Con el recóndito de Mancera y tres otros fortines secundarios, desparramados en los intermedios de aquellos castillos mayores, (la Avanzada, la Boca y Playa Blanca), el puerto y la plaza fuerte de Valdivia estaban, pues, escudados por un semillero de quin– ce fortalezas, cuyos fuegos cruzábanse en todas direcciones, "domi– nando la entrada, el surgidero y la ría que conduce a la población" ( 17). Esta potencia artificial invencible estaba aun intensificada por la naturaleza de las vías de agua; sino, como asienta Torrente, por "la aspereza del terreno, la espesura de la maleza (18), la falta de caminos (19), y la habilitación de sendas, sólo posible al alcance de los fuegos de dichos castillos, circunstancias que aumentaban su (17) Cochrane, Memorias, pág. 44. (18) "De árboles elevados, que llegan hasta la .misma orilla del agua": Miller, op. et vol. cit., pág. 213. (19) Apenas si los fuertes tienen "comunicación por tierra, a no ser por un camino estrecho escarpado, que, ondulando entre las rocas de la costa y el bosque, escasamente permite en ningún punto el paso de más de un hom_ bre a la vez. Aún esta senda, estrecha y difícil, está enfilada, al atravesar un barranco profundo entre el fuerte Chorocomayo y el Corral, por tres cañones, situados sobre la cresta de la otra ladera.

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