Historia de la emancipación del Perú: el protectorado
VALDIVIA.- LA GORRA DE VIDAL 683 Erezcano manda, con todo, pasar a cuchillo (30). Caen en igual des– honrosa forma los fuertes sucesivos de Amargos, el Alto y el Bajo Chorocomayo (31). Allende el último de estos castillos, hay una do– cena de botes, atracados en una obra diminuta cabe un barranco. Cien soldados realistas los invaden; y, con las energías que les infun– de el miedo, piérdense a todo remo, río arriba, sin parar hasta Val– divia. El resto se refugia en el bosque o en el respetable fuerte del Co– rral, postrera de las ciudadadelas occidentales de la derecha, "sin pensar, dice Miller, en los tres cañones que hay en la precedente al– tura, ni en lo ventajoso de su posición, que defendida como es debi– do, puede paralizar las ventajas de los patriotas" (32). El comandante de aquel último baluarte realista occidental, me– nos tímido o más patriota, acoge a los corridos, procura organizar– los, y, con ello y la propia pequeña guarnición, se dispone a nueva brega; pero su ilusión es instantánea: los independientes, pasando raudos sobre el foso, que un lienzo de muro desprendido ha colmado con sus escombros, se introducen sin gran dificultad, y, con el ímpetu indominable que les ha comunicado el triunfo, se adueñan pronto de la importante fortaleza. Ese comandante -coronel Fausto del Hoyo - y todos sus soldados, que ya no pueden huír, porque en el Corral "termina toda comunicación por tierra" ( 32), caen en manos de sus adversarios. Más de cien realistas muertos, casi todos a la bayoneta (34); muchísimos heridos y un centenar de prisioneros, son, con sus armas, cañones y municiones, el botín de esta primera etapa de la fausta empresa, a cuyo término concurre el mismo Cochrane, llegado en su esquife (esta vez ya a la playa interior) en los momentos en que se consuma la captura del castillo Inglés. Miller, exánime casi, por la debilidad y la fatiga que lo abruman en plena convalecencia, se ha hecho cargar por dos de sus soldados, para poder llegar J batirse, como se bate, heroicamente, en el Corral. La rapidez de los éxitos patriotas no ha dejado a los defensores de la plaza tiempo, tranquilidad ni reflexión para volar sus santas bárbaras, desmante– lar sus baterías, clavar sus cañones e inutilizar sus pertrechos: ¿qué victoria más rauda ni más completa? (35). (30) Hecho constatado, con elogio, por los mismos enemigos mnemógra. fos hispanos, como Camba, (t. 1, pág. 321, op. cit.), que h abla de la "noble desaprobación'' del bravo teniente. (31) Las car gas de los patriotas "inutilizar on los esfuerzos que los rea. Listas hacían por llegar a los otros fuertes, que los aguar daban con las puer. tas abiertas": Cochrane, 47 . (32) Miller, loe. cit., pág. 218. (33) Id. id. (34) "Pasáronlos a la bayoneta por docenas'': Cochrane, pág. 47. (35) Fausto del Hoyo, jefe del regimiento Cantabria, parte de cuya fuer-
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