Historia de la emancipación del Perú: el protectorado
VALDIVIA.- LA GORRA DE VIDAL 687 Muchos de ellos son heridos o muertos, sin oponer gran resistencia. Unos cuantos, con Santalla y Bobadilla a la cabeza, preséntanse al gobernador Quintanilla, que remite a Lima ambos jefes en calidad de presos, para ser allá juzgados por deserción y cobardía. Tropas enviadas de Chiloé procuran detener al jefe patriota; pero el 6 de marzo son batidos en solo una hora de encuentro. Un cuerpo entero, de trescientos hombres, entrega sus armas, sin alientos para resistir. Beauchef se gana a los araucanos, hasta entonces aliados de los españoles (41), y se vuelve a Valdivia cuando ya Cochrane, según vamos a ver, está a su vez de regreso del puerto de Valparaíso. XXI En efecto, el 10 de febrero, después de dejar una buena guarni– ción en los castillos valdivianos, embarca el almirante los doscien– tos hombres que le quedan, y con ellos (a bordo de la "Montezuma" y la "Dolores") dirígese a Chiloé; gana la costa occidental de esta isla, el día siguiente, 17; y, al caer el sol, fondea secretamente en la pequeña ensenada de Huachucucay, exterior a la bahía en que se asienta la ciudad de San Carlos, capital de aquella circunscripción, y por tanto residencia del bravo y pertinaz gobernador Quintanilla, que, advertido o malicioso ya de los planes del marino inglés, aguár– dalo listo, con sus fuerzas regulares y milicias, ascendentes a más de un millar de hombres. Noventa de éstos, con un cañón de campa– ña, se hallan desde luego estacionados en la costa, prontos a impedir un desembarco. El propio día 27, ya en la noche (42), desciende a tierra Miller, a la vez que un bote con gente, lanzando cohetes a la Congreve, simula tomar playa en otro punto. Ante aquella argucia, los solda– dos españoles divídense en dos grupos y son fácilmente rechazados. Miller, con Vidal y 170 soldados, penetra en los vericuetos y bos– ques de tierra. La noche es lóbrega. El reventar del oleaje ensordece. No se ve a dos palmos de distancia, y la tropa no alcanza siquiera a oír las voces de mando. Un guía, casual o deliberadamente, extra- (41) "Beauchef y su reducida tropa fueron recibidos por los indios con el más vivo regocijo, tanto en los campos como en Osorno. Creo, dice aquel jefe, en carta oficial dirigida a lord Cochrane, haber abrazado a más de mil caciques y sus mocetones. Todos me han ofrecido su gente para que sirva en la causa patriota; pero, como las circunstancias no lo hacen necesario, los he invitado a regresar a su tierra, y he r ecibido su promesa de estar listos si el país llegare a reclamar sus servicios. Al despedirme, he distribuido en'tre ellos un poco de añil, algún tabaco, cintas y otras bagatelas". María Graham, Diario, pág. 95. (42) Las ocho .
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