Historia de la emancipación del Perú: el protectorado
CAPITULO III PASIVIDAD E INACCION I Hay que reconocer que la posición escogida por San Martín re– sultaba soberanamente estratégica, y, por eso, fecunda en beneficios y ventajas. Con el frente sobre el sur y cerca de Lima (1), el ejército liber– tador amagaba persistentemente al realista y "lo tenía en jaque"; tanto más, cuanto que, con el exclusivo imperio que la escuadra le daba sobre el océano, era dueño de adelantarse o retroceder, reem– barcarse y desembarcar, a capricho, en cualquiera de los aledaños o suburbios del emporio colonial, deslumbrando y entonteciendo al enemigo con la seguridad latente de un asalto repentino en el mi– nuto menos pensado. La derecha de la línea indepediente, apoyada en el vecino puerto (2), constituía, así, un extremo inexpugnable. La izquierda era un tentáculo extendido hacia la cordillera y sobre el interior del país, por la vía de Sayán, a todo lo largo del río; y mantenía las comunicaciones con los pueblos sublevados del cen– tro, a la vez que contacto constante y seguro, con Arenales, primero; con Bermúdez, Aldao y Gamarra después. La retaguardia, cuya cola, con los cuerpos últimamente organi– zados de reserva, abarcaba las poblaciones de Supe, Barranca y Pa– tivilca (3), quedaba cubierta por las extensas y ricas provincias, re– cientemente emancipadas, del norte del Perú, respaldadas a su vez por la flamante republiqueta de Guayaquil; y, en consecuencia, res– guaraaba contra cualesquiera convergencias imposibles ya, de tro– pas realistas procedentes de la presidencia de Quito y lanzadas so- (1) A sólo veinticuatro leguas, de terreno llano: quince horas máximum en buena cabalgadura. (2) De Huacho, con las caletas adyacentes de Végueta y las Salinas. (3) Esos cuerpos eran los levantados o engrosados, por Campino y otros jefes, en el actual departamento de Ancash, como se ha explicado ya y se ex– plicará detalladamente más adelante.
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