Historia de la emancipación del Perú: el protectorado

OPINION EN LIMA 327 exigir la conclusión de la paz, cuyo término, en aquellas circunstan– cias, no podía ser otro que el reconocimiento y la sanción del movi– miento general antimetropolitano, francamente separatista desde el desembarco del 8 de setiembre. "En torno -decía la famosa nota, dictada por el patriota ilus– tre, doctor. don Manuel Pérez de Tudela (9 )- en torno de veinti– cinco leguas, no reina sino la más espantosa devastación. Los gana– dos, los frutos., las sementeras, tódo ha perecido por el furor del soldado. Provincias las más ricas y opulentas han sucumbido a la fuerza preponderante del enemigo ( ¡); otras se hallan amena– zadas de un igual fracaso; y esta virtuosa capital sufre un bloqueo el más horroroso, por el hambre, el latrocinio y la muerte. Entre zanto, el soldado no respeta ni aun el último resto de las propieda– des rurales; y acaba hasta con los bueyes que surcan la tierra y la fertilizan con su sudor en beneficio del hombre. . . Si continúa esta plaga, ¿cuál será en breve nuestra suerte, cuál nuestra mise– rable condición? El soldado debe mantenerse, pero sin perjuicio del ciudadano. Regidos por una misma constitución (10), deben marchar sin preferencia y en línea igual. Farmando todos el Es· tado, su alimentación es igualmente necesaria, como fundada en los primeros elementos de la naturaleza y de la sociedad".- "Si no se hicieron en tiempo provisiones de boca.. Pero... dejemos estas ideas melancólicas, y contraigámonos a la paz"... "No hay título más glo- 1 ioso y más amable que el de pacificador. Augusto apagando el vol– cán de la guerra civil de los romanos y dando la paz al universo, fue el más grande de los mortales y casi un dios sobre la tierra. Todo príncipe debe imitarle, si desea la salud y la prosperidad del pue· blo que tiene a su cuidado. Si conociesen sus grandes ventajas y supiesen lo que es reinar sobre corazanes agradecidos, hallarían en ella más encantos que en la guerra más próspera y afortuna– da".- "Puesto al frente de la Junta Pacificadora del Perú se ha ganado V.E. el amor, la veneración y la confianza de este pueblo. La esperanza de ese gran bien le ha hecho sufrir con resignación pérdidas y privaciones de todo género. Pero. . . se va acercando con i'apidez el término del armisticio, y aún no se vislumbra ese don alestial . . · ¿Por qué se retarda tanto, y se deja a la capital -ya plagada con tantos males que se llene de desesperación"?.- La paz es el voto general del pueblo. Gravando sobre él la guerra des– de 1815, carece ya de fuerzas para sostenerla. No hay dinero, no (9) Mendiburu, Diccionario, etc. vol. VIII, pág. 107. (10) La de 1812, expedida por las Cortes de Cádiz, como ya sabemos.

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