Historia de la emancipación del Perú: el protectorado

328 GERMAN LEGUIA Y MARTINEZ hay víveres, no hay opinión, no hay hombres .... Los pueblos se reu– nen a porfía bajo el pabellón del general San Martín. Centenares de hombres desertan de nuestros muros, para no perecer de necesidad. Un enjambre obstruye los canales de nuestra provisión ( 11) y saquea nuestros hogares ( 12). El público increpa agriamente nuestro silen– cio, y ya son de temer males peores y más terribles que la misma guerra. . . -La felicidad de la capital de todo el reino pende tan sólo de la paz; y ésta, de un sí de V.E. El Cabildo espera conse– guirla; y promete a V.E., a nombre del pueblo generoso que él re– presenta una gratitud constante y sempiterna". VIII De los cabildantes, sólo diez suscribieron la precedente nota (13). Los otros, hombres tímidos, patriotas tibios o realistas resueltos, negáronse a firmar, pretextando la inusitada dureza, la audacia o la irrespetuosidad de los términos. Entre éstos contáronse el secre– tario don Manuel Muelle; los síndicos, don Tiburcio José de la Her– mosa, y el marqués de Corpa; y don Antonio Padilla. Y, en efecto, aunque la nota pareciera relegar a segundo térmi– no la cuestión política, es lo cierto que trató esta última de modo aún más hiriente que la empleada por el propio anonimista del 5 de junio ya que la arremetía sin rodeos contra las extralimitacio– nes del elemento militar; invocaba y exigía la debida igualdad entre éste y el elemento civil; se atrevía a manifestar (cosa hasta entonces no ocurrida) "la porfía con que los pueblos acudían a congregarse bajo el pabellón del caudillo independiente; afirmaba la preponde– rancia del mismo; y hasta se permitía formular veladas amenazas, hablando de la inminencia de "males peores y más terribles que la misma guerra" ... IX Es de suponer el efecto que tal comunicación produciría en el ánimo de La Serna y demás corifeos militares realistas. Por supuesto que el primero, en circunstancias menos aciagas y depresivas para el régimen, habría extravasado aquel rigor usual (11) Las montoneras o guerrillas. (12) Las partidas de ladrones suscitadas por la carestía. (13) Esos diez fueron: el conde de San Isidro, don Simón Díaz de Rá· vago, el 'conde de la Vega del Ren, don Francisco Vallés, don Francisco de Mendoza Ríos y Caballero, don Manuel Pérez de Tudela, don Juan Esteban de Gárate, don Manuel del Valle y García, don Miguel Antonio Vértiz y don Ma– nuel Alvarado.

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