Historia de la emancipación del Perú: el protectorado
OPINION EN LIMA 331 con frecuencia desde la alta y solemne rigidez de su espíritu mili– 'tar, para esparcirse en los enredos y astucias de la diplomacia, o en las intrigas y trastiendas de la política. Menudearon, sobre el campamento de Ancón y Chancay, las ex– citaciones de los separatistas limenses, con promesas juradas de re– suelta cooperación y de éxito seguro; si bien desatendidas, por el héroe, porque, según sus palabras, ''la espiga no estaba madura to– davía"; y fue entonces cuando ideó algo (que ya conocemos) muy generoso y huy humano, dirigido, a la vez, a humillar a los esbirros del virrey, y a ensanchar las simpatías y la decisión que, para el de– finitivo triunfo, necesitaban los independientes conquistarse entre los pobladores de la angustiada Lima. III Recordemos: 1? que, en las conferencias celebradas a bordo de Ja Cleopatra (en el Callao) -continuación de las negociaciones de paz incoadas en Punchauca y Miraflores- habían los diputados de la Junta Pacificadora realista, solicitado a los independientes un ingreso de víveres en la capital, a fin de aliviar la situación de los ve– cinos de ésta, que a cada instante tornábase más crítica; 2? que el 24 de junio, contestando San Martín a aquella petición, expresó "estar dispuesto a permitir la introducción de tales víveres, siempre que el virrey, como presidente del ayuntamiento capitolino, respondiese de que aquel auxilio se distribuiría por la corporación municipal entre el pueblo, y de que este último no sería defraudado por la autolidad militar; 3? que el propio San Martín agregó en la predicha respues– ta "no hacer dificultad en que el soldado mismo acudiera al merca– do como un ciudadano cualquiera; y mucho menos, en que se desti– nasen las raciones necesarias de arroz y harina para los enfermos del ejército, quienes, añadía, por su estado, dejaban de ser enemigos"; 4? que el virrey, confesando en su réplica (sin duda para interesar en su favor el sentimiento público, necesariamente obligado ante el ex– traordinario beneficio) que la solicitud de introducción de bastimen– tas había sido formulada por los diputados de la Junta de Pacifica– ción; se comprometió, bajo su palabra de honor, a hacer que la dis– tribución y ventas de las subsistencias importables se practicasen rigorosamente en exclusivo servicio del vecindario; y 5<? que San Mar– tín, en presencia de tal declaración, manifestó conformarse amplia– mente con ésta, asentando que la palabra de honor de un virrey, a mayor abundamiento militar, era, en su concepto, garantía sobrada para la realización de su benévolo objetivo (28 de junio).
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