Historia de la emancipación del Perú: el protectorado
24 GERMAN LEGUIA Y MARTINEZ sello saltante de inercia y trepidación, de impotencia y timidez; que difundió, por otro, la duda, la desesperanza y el desaliento en el co– razón de los pueblos redimibles; y que suscitó, por fin, el hastío y la murmuración, el descontento y la protesta en los cuarteles y vi- vaques. . Ese período de fría expectación, añadido al siguiente, de Ancón y Chancay (27 de abril a 9 de julio de 1821); y al subsiguiente, de Lima (9 de julio de 1821 a 20 de setiembre de 1822), abarcó el dilatado espacio de un año y nueve meses; paréntesis verdaderamen– te escandaloso, que desmedró la figura del prócer en el Perú, y empe– queñeció, a la par, su personalidad y su misión. IV Varios y encontrados son los juicios que los mnemógrafos con– temporáneos, antes, y los historiadores en seguida, han formulado acerca de esta etapa muerta de la existencia del héroe, favorables o adversos, según el sanmartinismo o antisanmartinismo de aquéllos, más o menos apasionados. Por supuesto que, para Cochrane, la inercia de su rival era pura cobardía, puesto que, en vez de aproximar "alejaba al ejército li– bertador de las fuerzas enemigas". Mariátegui asienta que "muchos jefes estuvieron disgustados con la permanencia de San Martín en Huaura y la costa"; porque, con razón, "querían ocupar la sierra, emprender y hacer algo, sin des– truirse con las enfermedades que estaban sufriendo". Añade que "dieron sus quejas al mismo San Martín", quien "temía las murmu– raciones, que fueron grandes"; por lo cual "le fue satisfactoria la propuesta de La Serna para abrir las negociaciones de Punchauca, en las que los dos beligerantes, sin esperanzas ni deseos de llegar a un avenimiento, procuraron engañarse recíprocamente y sacar ven– tajas de la tregua; principalmente el virrey, para la retirada y aban– dono de la ciudad" (8). (8) Anotaciones, pág. 80.-Cuenta, a este propósito, Mariátegui que, "conocedor San Martín del desafecto de sus jefes, el primer paso que dio, cuando ocupó la capital del Perú, fue tratar de ganárselos''; que "se interesó tanto más en esto, cuanto que el crearse Protector y el dar un estatuto pro– visorio fueron causas de que conociese más y más que no tenía la benevolen– cia de aquellos a quienes debía sacar su apoyo y de cuyas antipatías tenía tanto que recelar"; que "el general don Juan G;egorio de las lleras no quiso prestar juramento a ese estatuto, renunció el cargo de general en jefe del ejército, y se fue para Chile"; y que también "el comisario Lemus se fue de– sengañado''; todo ello, evidente, según se relata en los correspondientes ca- · pítulos de esta Historia.- Loe. cit.
Made with FlippingBook
RkJQdWJsaXNoZXIy MjgwMjMx