Historia de la emancipación del Perú: el protectorado

346 GERMAN LEGUIA Y MARTINEZ 11 El 4 de julio, en efecto; esto es, dos días antes de su propia par– tida, y siete después de la de Canterac, La Serna dirigióse a los habitantes del Perú, en general, y al pueblo de Lima en particular, en la siguiente proclama: "Hafütantes del Perú:- Después de haber procurado un armis– ticio honroso, franqueándome, para conseguirlo, a todo género de sacrificios, de acuerdo con la Junta de Pacificación; veo con sen· timiento, que no es esto lo que acomoda a los enemigos, ni lo que conviene a sus planes. Y o creí que nada más podrían desear, ni les convendría otra cosa, que una suspensión de hostilidades, que hi– ciese cesar los horrores de la guerra, y, con ésta, vuestras desgra– cias; mientras diputados nombrados por mí y por el general San Martín, marchasen a la Península, para exponer al gobierno supre– mo de la nación sus quejas y los medios de remediarlas; habiendo, al mismo tiempo, ofrecido que cooperaría con toda eficacia a que la nación representada en Las Cortes, asegurase para siempre la tran· quilidad en estos países; afianzase su felicidad sucesiva, que por otros medios no es posible consultar; y estrechase los vínculos que deben unir a los habitantes de ambos hemisferios de un modo in– disoluble, grato y respetuoso, a la faz de todo el mundo.- Me li· sonjeé algunos momentos con la idea halagüeña de que consegui– ría mi intento, dirigido únicamente a vuestro bien; pero preveo, a pesar de que aún continúan las negociaciones, que nada se podrá arreglar, no obstante de haberles ofrecido la plaza del Callao, con sus fuertes adyacentes, en el pie de guerra en que se hallan, en ga· rantía y seguridad de que se cumpliría religiosamente lo que se conviniese: con otros sacrificios más, que el público graduará de ta· les, cuando se publiquen todos los pasos que se han dado en la ne· gociación.- Por esto es que, desesperando, con harto dolor mío, de conseguir una pai que os proporcione descanso y seguridad, he tenido que ocurrir de nuevo a los preparativos de guerra (1). Los enemigos, más que nunca, principian a desplegar, con actividad, movimientos hostiles (2); y, por lo tanto, me veo precisado a usar ae medios extraordinarios, y de planes más vastos y extensos que (1) En pleno armisticio.- Confesión matadora.- La retirada misma era una operación bélica de que San Martín debió protestar, como era debido. (2) Falso.- Al contrario, habíanse detenido y postergado todos los mo– vimientos emprendidos por Arenales y Miller. No hay que hablar de los de San Martín, que no practicó ninguno.

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