Historia de la emancipación del Perú: el protectorado

RETIRADA REALISTA 349 ocultar, retener, despedir a las guerrillas, y alimentar a los prófugos, que, en el limitadísimo lapso transcurrido entre la fecha de la pro– clama y la de la evacuación, llegaron casi a dos mil. Pero no desalentaba esto a La Serna, que había previsto este éxodo; y, antes bien, puede decirse que su intensidad lo alegraba y satisfacía, creyendo bien que tal desbande habría de subsanarse fácilmente, allá en las altas y pobladas zonas andinas, con elemento virgen de semejantes influencias y extraño a sus astucias y maqui– naciones. V Finalmente, aunque La Serna sabía cuán blanda -por propia utilidad, y para ensanche del prestigio de su causa- habría de ser la conducta que, con los limeños, liabría de observar San Martín; bien penetrado con todo, de ·que no acabaría de abandonar la ciu– dad, cuando en ella constituiríanse las huestes engreídas del caudi– llo independiente; dirigióse a este áltimo, con discreción plausible, en términos que lo recomendasen a la púolica gratitud, e impri– miesen en la lucha cierto sello de generosidad caballeresca. Y, así, el día mismo de la desocupación (6 de julio) escribió a San Martín de esta manera: "He tenido por conveniente sacar las tropas de mi mando de esta capital, dejando solamente en ella algunas com– pañías del regimiento de la Concordia, para que, a las órdenes del señor marqués de Montemira, encargado del mando político y mi– litar, cuiden de la tranquilidad y el orden público. Pero, como se hallan inmediatas varias partidas del mando de V.E., es de creer que traten de introducirse en la ciudad, al momento que sepan la salida del mío,· fo cual traerá males irremediables a los habitan– tes de la población y a los mismos intereses de V.E. Por esto es que me adelanto a participároslo inmediatamente, para que, con ziempo, dé las órdenes que crea oportunas, para que no se altere el orden.- No obstante de hallarme autorizlldo por todas las le– yes de la guerra para destruir cuantos edificios y pertrechos de guerra podrían servir a V.E.; con todo, he tomado el partido de llevar y encerrar, en el puerto del Callao, lo que conceptúo nece– sario para mis ulteriores operaciones, dejando todo lo demás in– tacto y en el pie en que se hallaba.- Me parece que V.E. no deja– rá de proceder con igual .generosidad, si, en este u otro tiempo, llega a suceder otro caso igual; con lo que acreditaremos, mutua– ~ente, que n.o prope~demos a aumentar los males 'de estos países; sino, antes bien, a evitar en cuanto no es posible (sin comprometer

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