Historia de la emancipación del Perú: el protectorado
CAPITULO II PROCLAMACION DE LA INDEPENDENCIA 1 Dijimos que San Martín, después de dormir el 10 en Mirones, volvió a Lima el 11 de julio temprano, y se consagró a la expedición de determinadas medidas, impuestas por la situación intraurbana, a fin de reafirmar la calma restablecidá e infundir en la población aquella confianza que sólo pueden inspirar las garantías que en torno vierte un poder verdaderamente protector. Y, efectivamente, ese mis– mo día se ordenó por bando la completa reapertura de toda clase de establecimientos mercantiles; se declaró que todos podían, sin escrú- 1pulo, ni temor, consagrarse a sus ocupaciones habituales; se dispuso .que los juzgados y tribunales reasumiesen sus funciones, con apli- 1cación de las mismas leyes, en cuanto no estuviesen reñidas con el nuevo orden de cosas, ni con las instituciones derivadas de él; y, en fin, se publicó otro bando, en que se imponía penas a quienes inju– riaran a los españoles, y se manifestaba que éstos, como los natura– les del suelo, poaían dedicarse a trabajar y vivir, libre y tranquila– mente, bajo la protección y al amparo de las autoridades patriotas. Tales disposiciones expidiéronse aún por intermedio del gober– nador Montemira o del Ayuntamiento; y, en pocas horas, tornó la ciudad a revestir su normal aspecto, caracterizado por el bullicio, la alegría y la actividad. II Todavía extraño a la aprehensión de toda facultad admmistrati– va y al ejercicio de todo poder político, dejaba San Martín la pobla– ción hacia la tarde, y dirigíase a La Legua a pasar allí la noche en su cuartel general. Por el momento, parecía propósito suyo, como en Chile, el de garantizar al pueblo del Perú la libertad más completa en la constitución de su organismo, así como en la elección de la per– sona o personas llamadas a presidirlo y regularlo.
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