Historia de la emancipación del Perú: el protectorado

PROCLAMACION DE LA INDEPENDENCIA 387 que aún restan armas a los despojados -spoliatis arma supersunt– y que la elástica reacción ha de ser vehemente, pronta, activa y feliz. Desde nuestras elevadas cordilleras hasta los más profundos valles y playas arenosas del Océano Pacífico, se ha congregado y corre veloz el fuego eléctrico de la libertad, y de los dones y bienes de la independencia, que ha de purificar este hemisferio. Jamás presentará el teatro del mundo otra oportunidad más favorable. ¡Independencia del suelo americano! ¡Quién pudiera pintar al vivo tu hermosura y dignidad, para que te amasen los hombres todos como mereces!". "Cuando el socorro de la razón no bastase para elegir entre los males y circunstancias que todos palpamos, tú, Dios Supremo, que dispones de los imperios y de la suerte de las naciones,· tú, que inspiras ideas de valor, confianza y esperanza a los hombres que las dirigen y representan; anima, enciende, ilumina el enten· dimiento y conforta los corazones de este Congreso (como humil– demente te lo ruega y pide, para exaltación de tu santo nombre y el de tu eterno Hijo, hecho hombre, y promulgador de tu vrerda– dera religión), a fin de que, allanado este primer paso, cese el in– terregno, se establezca el gobierno provisorio pacífico, se premie la virtud y se castiguen los delitos, y haya el orden para cuya con– servación han sido instituídas todas las potestades''. VII Este discurso, a la vez religioso y político, y por tanto empapado en las dos grandes pasiones de la época; pronunciado, con la since– ridad y el ardor de la juventud, por la voz trémula, pero varonil, de un hombre en cuyo rostro venerable chispeaban los casi apaga– dos ojos bajo la cabeza plateada, noble y erecta, a la manera que el fuego plutónico de los volcanes bajo el cristal de las nieves eter– nas; ese discurso, en que, desmintiendo las exageraciones de Mitre, se invocan los esfuerzos heroicos, frescos todavía, desplegados en favor de la independencia por el Cuzco, Arequipa, Huamanga y otras ciudades del Perú; se expresa el anhelo público de cerrar el 5nterreg– no abierto por la salida de las autoridades españolas, mediante el establecimiento de un gobierno propio; se verifica, con testimonio tan respetable, la existencia de un sentimiento general y la enuncia– ción de un voto unánime en el sentido de la emancipación; y se con– firma la propagación, de costa a cordillera, del fuego eléctrico de la libertad; ese discurso, decimos, hirió el alma del auditorio, ya in– clinado a los propósitos e ideas expuestas por el orador; levantó en

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