Historia de la emancipación del Perú: el protectorado

PROCLAMACION DE LA INDEPENDENCIA 391 bro.- José Manuel de la Rosa López.- Juan Bautista Navarrete.– Ignacio Cavero y 1'agle.- Calixto Guitiérrez de la Fuente.- Manuel Bonilla y Prados.- Gavino de Pizarra y Lara.- Julián del Casti– llo.- Manuel López.- Juan Infantas.- Francisco Eufrasia de Ga– ray.- Bruno Herrera.- José Arévalo.- Juan Manuel Fernández.– José Rodríguez.- Antonio Pérez.- L. Amor.- Miguel Bruno Ba– yeta de Izquierdo.- Tomás Benaut.- José González.- José Car– los.- José María Chávez.- Fray José Salazar.- Fabián Alguero.– Santiago Peláez.- M. Cubillas.- J. Aróstegui.- Lorenzo Cano.– Juan Esteban Gárate.- Vicente Armas. -José María Rodríguez.– José Lugo Noguera.- Gaspar de Cruzeta.- Francisco Noya.- Jo· sé Hue.- José Torres.- José Guillermo Geraldino.- Miguel Mo– lineros.- José Ignacio Sánchez y Santa Cruz.- Eusebio Ramos.– Juan Bautista Valdez.- José Hurtado.- Pedro Salvi.- José Ola– cua.- Basilio Gálvez.- Ramón de Vallejo.- Alejo de la Torre.– José de Perochena.- Nicolás Mosquera.- Pedro Rivas.- Blas Co– varrubia.- Gaspar de Candamo.- Manuel Vicente de Cortéz.– Ju-an Francisco Carrión.- José Manuel de Rivas.- Narciso Anto– nio Marcade.- José Cubillas.- Fray Mariano Calatayud.- José Agustín Ordóñez.- Manuel Rivera.- Manuel Pelegrín.- Manuel Romero.- Manuel Barroso.- Agustín Cordero.- Martín del Ris– co.- José Manuel de la Pinilla.- Tiburcio José de la Hermosa, síndico procurad0r general.- El marqués de Carpa, síndico procu– rador general.- Manuel Muelle, secretario". IX El pueblo, que en aglomeración enorme, colmaba la plaza de armas, el portal de los Escribanos y la amplia escalinata de la casa– ayuntamiento, hacía poco menos que imposible el ingreso en el sa– lón capitular. Los vivas y aclamaciones generales eran incesantes; y rayaban en frenéticos, cada vez que los espectadores más próxi– mos al recinto del famoso cabildo abierto, aplaudían a oradores como el Dr. Arriz, a expositores como el Arzobispo y los nobles, o a los otros suscriptores eminentes del acta de declaratoria. Los que podían hacerlo, solicitaban a gritos que se les permitiera estampar su firma al pie del histórico documento. Accedióse a su deseo, una vez que acabaron de practicar esta operación, dilatada y monótona, los especialmente congregados para el caso. Llegaron a suscribir el acta trescientos treinticinco individuos; pero, habiendo avanzado la tarde, y siendo ingente dar al pliego el curso que correspondía, acor9 dóse cerrarlo de pronto con la autorización al pie de los síndicos

RkJQdWJsaXNoZXIy MjgwMjMx