Historia de la emancipación del Perú: el protectorado

PROCLAMACION DE LA INDEPENDENCIA 397 XV Hasta el 15 de julio, había el futuro Protector respetado, y aun sancionado, con actos oficiales expresos, la autoridad que, por dele– gación del Virrey, ejercía el Marqués-gobernador; y todos sus ban– dos y resoluciones terminaban con esta invariable fórmula: "Pase al señor gobernador de la capital, para que lo mande publicar y cir– cular". Pero, a partir del 16, o sea desde el instante en que el cabildo abierto pronunció la declaratoria de la independencia, asumió, ma– nu militari, el ejercicio del poder, con prescindencia y desprecio de toda autoridad nacional -hecha excepción del Ayuntamiento- y, con mayor razón, de la gobernación temporal instituída por el Vi– rrey; con lo cual desvanecióse en el escenario triste y silenciosamen– te, como una sombra al rayar del alba, sin renuncia, intimación ni deposición, el fantasma político del noble caballero don Pedro José Zárate y Navia, conde de Valle-Oselle y marqués de Montemira. XVI Del 17 al 20 de julio (día éste, en que ya fijó residencia en Li– ma) expidió, desde su cuartel general de La Legua, las providencias requeridas por el nuevo orden de cosas o por el asentamiento del bienestar común y de la pública tranquilidad. Así, el 17, decretó la extirpación de "cuantas insignias estuviesen reñidas con la indepen– dencia próxima a proclamarse, y hubiesen sido puestas por la an– terior dominación y calculada tiranía, para ligar estos pueblos a la obediencia". En consecuencia, mandó "borrar, quitar y destruir los escudos reales colocados en los edificios públicos, así como cuales– quiera otras demostraciones de sujeción y vasallaje"; sin otra ex– cepción que la de "los timbres de honor de las familias, adquiridos por servicios de sus antepasados"; y dispuso reemplazarlos con el lema Lima independiente. Habiendo llegado a su noticia, ' 1 con grave atentado a sus delica– dos sentimientos y violación de sus humanos principios, que algu– nos individuos acalorados atropellaban, perseguían e insultaban a los españoles, con amenazas y dicterios", prescribió que "todo aquél que cometiera ese género de excesos, opuestos a la blandura ameri- r~cio~es de mi ~p~ecio.- Andrés Santa Cruz.- Fr. D. Miguel Solano, cura y v1c~no de Provmc1a .- P.D. La Torre que se ilumine".- ¡Sencillas manifes– taciones de contento, las de nuestros padres! - En cuanto a la curiosísima postdata, ella tráenos a la memoria la famosa posterior del general Miller "¡Que repiquen en Yauli!" ·

RkJQdWJsaXNoZXIy MjgwMjMx