Historia de la emancipación del Perú: el protectorado

34 GERMAN LEGUIA Y MARTINEZ mano en sus acantonamientos; despertó en los mismos el ansia loca de devorarlos viciosamente; más que todo, como refrigerio de orden rpreferente, para los hálitos y ardores. de la estación estival. Ora por la fermentación natural de los jugos sacarinos en estado de extrema madurez, ora por la prisa en cogerlos y apurarlos aun antes de sazón, ello es que pronto extendióse en el ejército, desde los promedios de marzo de 1821, mortífera dolencia, parecida a la que, en el luctuoso bienio de 1881 a 1883, experimentaron aquí las tropas chilenas ocu– pantes, escalonadas a lo largo de la costa. En aquélla una endemia de los valles, habitualmente esporádica; sólo convertible en epidémica, por contagio directo, según unos; por contaminación del agua, según otros; o por trasmisión indirecta que los dípteros realizan con procedencia de los esputos y deyecciones. Se la supone germinante y latente en los meses templados y frígidos, pero recrudescente y peligrosa en los húmedos y cálidos; de donde su desarrollo es seguro y terrible en el estío, y en la transición ter– mométrica decreciente de principios del otoño. Su presencia en el organismo se hace patente por síntomas fijos e invariables: copróstasis precedente; fiebre de cuarenta grados; pul– so filiforme; lengua seca y saburra!; congestión hepática e ictericia; vómitos, diarrea posterior, biliosa, fétida y hemorrágica, con (más o menos) treinta defecaciones por día; orina turbia, cargada de albú– mina y de materias cilíndricas epiteliales; vivos dolores en el intesti– no grueso; y agudísimos en la región umbilical; asociación morbosa (con alguna enfermedad intercurrente, como el paludismo); y pro– nóstico fatal, en gran número de los casos, con desenlace consiguien– te a la aparición de peritonitis súbita; o de ineludibles, invencibles perforaciones intestinales. Benigna para gran parte de los hijos del suelo, quienes la pa– decen en la forma suave de las llamadas "colitis" y "enterocolitis de verano", vulgo "colerinas" (2); es mortífera para los serranos re– cién llegados a la región cisandina; y, particularmente, para los hués– pedes venidos de otras zonas o naciones de temperatura frígida o templada. Díjose un tiempo que la peste experimentada en el campamento patriota, había sido la fiebre amarilla o vómito negro (3); pero, aparte de encontrarse demostrado que este terrífico flagelo no apare– ció en el Perú, por vez primera, sino en 1854, hay testimonios téc– nicos de fuente fidedigna, probatorios de que los síntomas y caracte- (2) Las famosas ''cámaras" de la colonia, de que, en su Historia de Lima nos habla el P. Cobo. (3) O vómito prieto.

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