Historia de la emancipación del Perú: el protectorado

PRIMEROS ACTOS DEL PROTECTORADO 567 to que se obliga a erogar graciosamente cada mes, y de los·cincuen– ta marcos de plata labrada de su uso, que obsequia también para la patria (12 de agosto), porque, dice, "quiere tener el gusto de que se· vea que prefirió a los bienes ganados con su sudor y su trabajo, la voluntad de ofrecerlos". El gobierno no puede menos que decretar, en la solicitud escrita del ofertar, lo siguiente: ''Los actos heroicos deben recomendarse a la gratitud pública, y darse a luz puntualmen– te, porque la historia tiene derecho a ellos, y es un interés de cada generación el perpetuar la memoria de los ciudadanos virtuosos que la han honrado. Con este digno objeto se declara que, aceptando el gobierno los cien pesos mensuales que ofrece este benemérito patriota, retenga en su poder los veinte mil, junto con los cincuenta marcos de plata, para que, continuando en el ejercicio honrado de su industria, no carezca de ese cuantioso capital, especialmente cuan– do la economía de la presente administración y los recursos con que cuenta, no hacen necesario este sacrificio; y cuando la patria tiene, entre sus hijos, ciudadanos capaces de confundir a los egoís– tas con iguales ejemplos de generosidad. Dénsele las gracias oficial– mente, e insértese en la Gaceta de Gobierno la representación y el presente decreto, para su satisfacción y la del público" (12 de agosto). González insiste, pero el Protector no le acepta más que la mesada de 100 ps., que en lo sucesivo se abona religiosamente. XI La generosidad nacional, legendaria y atávica, viose excitada por estos dechados de patriotismo. Llovieron los donativos. Gran núme– ro de los concurrentes a los empréstitos colocados por el Consulado y por el Cabildo, apresuráronse a convertir el préstamo temporal en donación definitiva. El marqués de Casa Boza y don Pablo Hur– tado obsequiaron cuatro mil pesos, cada uno; dos mil, don Miguel García de la Vega; mil, un eclesiástico que no quiso dar su nombre y el español don Domingo Pérez (6); novecientos treintitrés, don Pedro José González, gobernador de Jauja y jefe del regimiento de cívicos de ese partido (7); seiscientos ochenta y dos, el cura de San (6) Este español, y don Cristóbal González, de la misma nacionalidad, a quien se cita después, estaban detenidos, en el Convento de La Merced, con los demás chapetones allí secuestrados por Monteagudo a principios de se– tiembre, a la aproximación de Canterac. (7) La suma ofrendada por este otro González, lo fue en manos del coro– nel de guerrillas don José Félix Aldao, para cubrir las necesidades de su partido.

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