Historia de la emancipación del Perú: el protectorado
PRIMEROS ACTOS DEL PROTECTORADO 571 y señalado; diose después (14 de noviembre), a los antiguos "minis– tros de las cajas reales", el dictado de "administradores del tesoro público", distinguiéndolos con las calidades de tesorero y contador; dictáronse más tarde (25 de enero de 1822) los reglamentos de la Contaduría Mayor de Cuentas y de la Tesorería General de fondos públicos del Estado, con supresión de cuatro plazas en aquélla y una economía de 2.020 ps.; y expidiéronse otras medidas y prevenciones, contraídas a la mayor claridad y exactitud en los libros, al mejor método en las percepciones, a la más eficaz salvaguardia de los inte– reses administrativos, a la más acertada organización de las oficinas, a su constante y cumplido funcionamiento, y demás fines de conve– niencia y acierto generales. Al poner en vigencia el primero de los reglamentos expresados (el de la Contaduría de Cuentas), Unanue, en el preámbulo, estam– pó estas palabras notabilísimas, que reproducimos satisfechos, no por el prurito de citar, sino porque, con esta y otras piezas del sabio ministro, podrá fácilmente el lector entresacar el claro resu– men de las ideas, bases y métodos aportados por aquél a la admi– nistración de la hacienda pública; y, en el presente caso, sus concep– tos acerca de ese mal que corroe toda nuestra vida independiente: la empleomanía. "No es la multitud de impuestos, decía ni la de brazos para cobrarlos, lo que hace próspera una nación. Es, por el contrario, lo que la debilita y arruina. Las gabelas crecidas destru– yen las propiedades fijas y ambulantes. El excesivo número de em– pleados atrae la desidia y el abandono de la agricultura y las artes. Todo individuo mira como un bien, comer un pan escaso a costa del Estado y trabajar poco. La pereza cunde y el pueblo es pobre e igno– rante. Para sacar de esta costumbre a los que nacieron y vivieron en ella, se necesita fijar sistemas arreglados a los principios de eco– nomía y energía pública. Uno y otro se consigue en el manejo de las rentas del Estado, estableciendo tal orden en las labores, que cami– nen con poco número de manos activas; que no se embaracen, ni fo– menten, las unas, la inactividad de las otras". Esto, en cuanto al orden. XIV Tratándose de la honradez, que Unanue celó siempre con energía inexorable, como buen dechado de ella y espejo en que podían verse sus subordinados, cuidó desde luego de prevenir a quienes mane– jaban las rentas públicas, de cuánta sería la decisión con que aplas– taría cualquier exceso, abuso o falta. Así, en resolución del 13 de agosto, dijo: "Exigiendo el orden público qutl la administración de
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