Historia de la emancipación del Perú: el protectorado

618 GERMAN LEGUIA Y MARTINEZ entregó el local, expedito para recibir, como recibió, en su seno, a los presos y detenidos de una y otra cárcel; y, ¡oh milagro de esa época semipatriarcal y por eso todavía magna!, devolvió, con la obra, un saldo de noventa y ocho pesos, seis y medio reales; fruto de la eco– nomía y pureza con que habían sido administrados los cuatro divi– dendos, únicos y escasos, recibidos por el honrado y entusiasta ar– quitecto (20). Tal fue el origen de la, hasta hoy, denominada cárcel de Gua– dalupe, que, según se ve, abarca existencia coetánea con la del Pe– rú independiente, como nacida casi al mismo tiempo que él. Al tratar de la primera administración de Torre Tagle, ya vere– mos cuál fue la reglamentación que, para esta y las demás cárceles de la República, emitió su gobierno. . XXI Pasemos a hablar de la instrucción. Muy pobre, en esta materia, resultó la labor de San Martín. Si se exceptúa la erección de la Biblioteca Nacional; el intento, nada más que el intento, de creación de un Museo Público; y algunas dis– posiciones sobre imprenta, libros y teatro -nada practicó el Pro– tector que tuviese en mira y mostrase algún celo favorable a nues– tra cultura.- La Sociedad Patriótica, más que instituto literario, fue un club esencialmente político, dirigido a sembrar en el ánimo público y a instilar en él, lenta y calculadamente la idea de la mo– narquía. Y en verdad que llaman la atención estas circunstancias: 1~ que quien ocupábase en expedir decretos aun para corregir la cos– tumbre de fumar en el teatro, nada pensara ni hiciera en beneficio de la instrucción popular; 2~ que, hasta el 22 de febrero de 1822, no se produjese acto público alguno relativo a escuelas y colegios; 3~ que fuese Torre Tagle quien, en aquella fecha, pasando transitoria– mente por el poder, dictara la orden de establecer las primeras en los conventos de regulares, por cuenta de éstos; y sólo por cuenta del Es– tado, en alguna ciudad de la República, como Lambayeque; 4~ que San Martín para decretar algo sobre instrucción cual fue el esta– blecimiento de una escuela lancasteriana, hubies~ tardado hasta ei 15 de setiembre de 1822, esto es, hasta cinco días antes de la cesa– ción de su gobierno; y que tal escuela se instalara sólo el 19 de ese mes, víspera de su partida. Y mal podría exculparse semejante olvido, con los peligros y exi- (20) Cuentas del mes de junio, en el suplemento a la Gaceta núm . 11, del 31 de julio de 1822, tomo 11. ,

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