Historia de la emancipación del Perú: el protectorado
620 GERMAN LEGUIA Y MARTINEZ y declamatorio del segundo. "Todo lo grande, decía, tiene un origen pequeño; y los establecimientos que más inmortalizan al poder hu– mano, algún día sólo existieron en el embrión de las ideas del que los realizó. En medio del estrépito de las armas y estando aún bajo el peso de las imponentes circunstancias de una célebre revolución, el gobierno quiere tener la gloria de abrir al menos la py.erta a la generación presente, para que entre a participar el beneficio de los· progresos que ha hecho la razón humana en los siglos que nos han precedido. El establecimiento de una biblioteca nacional es uno de los medios más eficaces para poner en circulación los valores inte– lectuales y hacer que los hombres de todas las edades se comuni– quen recíprocamente los secretos que han escudriñado e'n el fondo de la naturaleza. ¡Mil veces felices los que vean cumplidos todos nuestros votos! Mas ellos no podrán dejar de remontarse hasta el origen de cuanto excite su admiración. A ella tendrán derecho todos los que, animados de un celo nacional, coadyuven a la ejecución del ,Siguiente decreto". XXIV La Biblioteca debería establecerse en el Colegio de La Libertad (21), o sea en el mismo edificio que ocupa actualmente, entre la Iglesia de San Pedro y la calle de la Cascarilla (22); y, mientras (21) Refundido en el de San Carlos por decreto del 20 de setiembn~ de 1825. (22) Según un expediente curiosísimo, seguido por don Mateo Pag.mo, cesionario del Convento de la Merced, contra el Fisco, sobre propiedad de l.l casa núm. 49 de la calle de la Cascarilla; casa célebre en nuestros fastos c1i– minales por haber sido en ella asesinado misteriosamente el juez instructor militar, coronel don Joaquín Durand, y causa (la de Pagano) de que conoci– mos en nuestra calidad de vocal de la Excma. Corte Suprema, la enunciada calle de la Cascarilla tuvo cuatro denominaciones sucesivas, a saber: 1"' la de "calle de la enfermería de San Pedro", por hallarse en ella el pequeño hospi– tal de ese nombre, ubicado en la propia esquina, hoy pulpería, formada por las calles de la Cascarilla y de Zavala; 2"' el de calle de la Cascarilla, por en– contrarse allí el depósito del estanco de cascarillas, cabalmente en la casa núm. 49, de que se acaba de hablar; 3? el de calle de San Martín, al procla– marse la independencia; y 4"' el de calle del Museo Latino, por existir este co– legio particular, protegido por el Estado, en la casa que hoy es propiedad de los herederos del Dr. César Cordero (la primera, con altos, yendo de la pul– pería hacia el Palacio de Justicia, en la misma acera). En 23 de octubre de 1858, el Consejo de Gobierno adjudicó el Museo Latino al mariscal San Ro– mán, en pago de créditos devengados que éste mantenía contra el erario, por 14,012 ps. 4 rs., suma en que la tasó el arquitecto don Julián de San Mar– tín, y según escritura extendida ante el notario de hacienda, Don Lucas de la Lama, a 3 de noviembre de dicho año 58.- V. el cuaderno núm. 272 de 1912, en el archivo de la Excma. Corte Suprema.- La causa entre Pagano y el Fis-
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