Historia de la emancipación del Perú: el protectorado
622 GERMAN LEGUIA Y MARTINEZ El 2 de marzo siguiente, anunciaba la Gaceta su prox1ma apertura solemne; suceso que relataremos en su lugar, pues -por circunstancias que no importa referir- sólo pudo tener efecto en setiembre de 1822, el 17, esto es, tres días antes de la retirada de San Martín. Los funcionarios públicos y las personas progresistas apresu– ráronse a enriquecer los anaqueles de plantel tan valioso, con fre– cuentes y apreciables donativos. Dieron, entre otros, el ejemplo, don Joaquín Bonet, que obsequió sesenta volúmenes diversos (27 de marzo); el Dr. José Salazar y Cavero, que ofrendó las Fábulas de La Fontaine; un Dr. Vergara, cura de San Lázaro, que donó la "Histo– ria cronológica del mundo" (dos volúmenes), la "Historia eclesiás– tica", de Eusebio Pánfilo, el "Viajero universal" de Laporte (cua– rentitrés volúmenes), el "Atlas", de Martino Martinio (diecisiete vo– lúmenes), un Dionisio de Halicarnaso, un Herodoto y un Polibio, o sea, en todo, sesentiséis volúmenes; y el mismo San Martín, que cedió al establecimiento la escogida colección de clásicos que con– sigo había traído al Perú y cuya lectura constituía su pasatiempo favorito (25). - Tal -bajo ese régimen sustentado en parte por bayonetas chile– nas- fue la génesis de un instituto, después tan próspero, que se– senta años más tarde, habría de ser transformado en cuartel, sa– queado y despedazado, con mengua de la civilización, por las propias bayonetas de Chile (26). XXV El 25 de agosto de 1821 declaró el Protector libres de porte to– da clase de impresos, con multa de quinientos pesos para las per– sonas que entre ellos incluyeran papeles o cosas de distinta especie; y, el 31 de octubre del mismo año, prohibióse en lo absoluto la in– troducción de libros obscenos, con láminas o sin ellas, bajo pena de confiscación de los libros introducidos, o de una multa de dos mil pesos aplicables al fomento de la Biblioteca Nacional (27). (25) V . la Gaceta, tomo I, núm. 18, del 2 de marzo de 1822. (26) El 26 de febrero de 1881. (27) La única librería que por entonces había en Lima, era una existente en la calle del Arzobispo, solo establecimiento exclusivamente dedicado a ese negocio: otros comerciantes vendían también libros, pero sólo secundaria– mente o por incidencia. Y el único maestro librero (encuadernador) con tien– da ad hoc para ejercer esta especie de industria, era don Francisco González.
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