Historia de la emancipación del Perú: el protectorado

PRIMEROS ACTOS DEL PROTECTORADO 623 XXVI La prensa floreció incontinenti al calor de la libertad y al so– plo de la independencia. El 10 de julio salió a luz El Americano, tres días después de la ocupación de Lima; el 16, El Cdnsolador, periódico bisemanal, redactado por el clérigo Femando Ayuso (28); (28) Español; fraile franciscano secularizado; naturalizado en el Perú (Lima) el 21 de noviembre de 1821. Había convertídose en sincero partidario de la independencia, estando en Panamá, en 1809. De ahí vino a Piura en 1811, trayéndose ocultamente un ejemplar del Diario de Caldas; obra que en cierta ocasión se avanzó a leer al español don Joaquín Helguero, amigo ficticio de la libertad del Perú; el mismo que lo denunció como insurgente al subdelega– do del partido, don Juan M. Monasterio. Gracias a su carácter religioso, el fun– cionario aludido, gran creyente, limitóse a hacerlo reprender y conminar de severo castigo, por conducto del guardián del convento de San Francisco de Piura, fray Ramón Lapido. Pasó pronto al convento grande de San Francisco de Lima, en el que llegó a ser guardián en 1816; hecho que lo acredita como varón distinguido entre los miembros de la orden. Llegado apenas, púsose, por sus convicciones separatistas, en contacto con los patriotas más eminentes; tales como don Guillermo del Río y su hijo (el futuro ministro, autor del pri– mer presupuesto expedido en el Perú), don Vicente de la Riva, don Joaquín Paredes, don Fernando López Aldana, don Diego Aliaga, don Francisco Garay, etc . De acuerdo con ellos, y para mejor ayudarlos, pidió en 1820 su seculari– zación, obtenida algo después. Ese mismo año, prestó gran servicio a los pa– triotas. Sesenta y dos de ellos encontrábanse enjuiciados por conspiración (Ra– mírez de Arellano y José de la Riva-Agüero, entre otros); entregados al capri– cho, la prevención y aun la saña del juez nombrado ad hoc para la causa, conde de Valle-Hermoso; y próximos a ser juzgados definitivamente en con– sejo de guerra, que debería presidir el brigadier Monet, cuando, llamado Ayu– so para reemplazar a Fr. Juan García, confesor del reo en capilla Francisco Hermosilla, pudo, con una nueva declaración del reo y la de un religioso fran– ciscano, preso también, y en vísperas de salir a presidio, paralizar de súbito el séquito del proceso, ya constante de mil y tantos folios; no obstante de conocer que ello le atraería, temprano o tarde, el furor y la venganza de los españoles. Desde entonces, su vida se vuelve una novela: odiado de sus com– patriotas por amigo de los insurgentes,· sospechoso para los libres, por su ca– lidad de chapetón; y, no pudiendo ser, ni siendo (son palabras suyas) "santo de la devoción de Monteagudo, por español y por fraile", viose enredado en multitud de líos; víctima de varias detenciones y vejámenes, antes y después de la Patria, de que quiso verse libre -bajo el imperio de ésta- naturalizán– dose (ya se dijo) el 21 de noviembre de 1821, en la capital del Perú; dando no– toriedad ruidosa a sus simpatías emancipadoras, mediante la publicación del periódico de que se habla en el texto (El Consolador), periódico editado en julio y agosto del propio año 21, apenas entrados en Lima San Martín y sus huestes; siendo de los primeros en toda oblación a favor de la Patria; y con– tribuyendo a la formación de la Biblioteca Nacional con dos hermosos cua– dros (Demóstenes y Cicerón) y ciento diez volúmenes de valiosas colecciones europeas y americanas; obsequios ambos, puestos personalmente por el do-

RkJQdWJsaXNoZXIy MjgwMjMx