Historia de la emancipación del Perú: el protectorado
CAPITULO X EL CLERO.- EL ARZOBISPO LAS HERAS I Uno de los actos de fuerza inspirados por Monteagudo, quema– yor descontento produjo en el pueblo y en la alta sociedad de la capital del Perú) y que más contribuyó a socavar el prestigio ante– rior de San Martín, fue la expulsión, por supuesto injustificada, del arzobispo de Lima, Iltmo. y Revmo. Dr. D. Bartolomé María de Las Heras. Acabamos de ver, en el capítulo que precede, cómo, por efecto de la odiosa propaganda que los religiosos europeos del colegio de Chillán hacían en contra de la causa y del gobierno independiente, viose San Martín en la necesidad de expulsarlos, para poner fin al pernicioso influjo que esa propaganaa pudiera ejercer en el pueblo. Ya, en el número VI de la Gaceta, correspondiente al 28 de julio esto es, el propio qía de la jura solemne de la emancipación del Perú, habíase, en cierta carta, suscrita con las iniciales T.M.L., lla– mado la atención pública hacia la hipócrita y solapada labor que determinados clérigos hacían en perjuicio de la libertad y de tas armas aparejadas para sostenerla. La curiosa carta hablaba así: "Corre que va cundiendo, entre nosotros, una cizaña diabólica, tan peligrosa al Estado como a las conciencias; y conviene cortar– la a los principios, para atajar el daño. Es que algunos sacerdotes miran como pecado mortal de rebelión y delito de lesa majestad, la resolución de ser independientes, sustrayéndonos a la domina– ción española; y con este falso concepto andan turbando a las al– mas débiles y sencillas. El creerlo es ignorancia; el propagarlo en el confesionario es abuso de ministerio, por no decir más. Estoy persuadido de que no son las invectivas y el lenguaje de la acrimo– nia, el medio más eficaz para desimpresionarlos, pues a nadie se lo· gra convencer irritándole. Esos confesores, si es que los hay, ye– rran de buena f ~, faltos de doctrinas fundamentales, o juzgando
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