Historia de la emancipación del Perú: el protectorado

PLAN DE MONARQUIZACION 41 "lo.- Los títulos existentes en el territorio del Estado, que antes se llamaban títulos de Castilla, se denominarán en lo suce– sivo títulos del Perú'''. "2o.- Todos los actuales poseedores presentarán, en el término de un mes, los de esta capital, y en el de tres los de fuera, las cédulas de concesión que tengan, en el Ministerio de Gobierno, para que sean refrendadas con la nueva denominación que cada uno elija, si quieren variarla. Las cédulas originales se devolverán a los interesados, y quedarán archivados los testimonios de ellas. Los nuevos títulos se expedirán en el papel del sello mayor". "Jo.- Los que no presentaren sus títulos para ser refrendados, en el término prefijado; perderán su posesión; y pasarán, por el mismo hecho, a sus inmediatos sucesores". "4o.- El derecho de lanzas y medias anatas, subsistirá como hasta aquí". VI Monteagudo, que autorizaba este decreto, consolidatorio de uno de los medios más apropiados para el plan de monarquizacióni, hacía, hipócrita, calculadamente, en la misma fecha, expedir dos, dririgidos, el primero a la extirpación de cuantos signos externos recordaban el dominio de España; y el segundo, a la convocatoria de un Congreso Constituyente, que debería reunirse el 1? de mayo de 1822. Detallaremos y comentarenios, en su lugar, la burla encerrada en este últimó, dictado exclusivamente con el menguado fin de en– tretener y engañar a la opinión pública, decidida por la organiza– ción definitiva del Estad0i, la cesación del gobierno de hecho, y la constitución de un poder nacional, regular y legítimo, sometido a límites convenientes, y a leyes y atribuciones fijas, estrictamente determinadas; y nos conveceremos de que sólo se trataba de ganar tiempo para consumar el desgraciado plan; y de no acudir a la expre– sión genuina de la voluntad popular, sino sólo para reconocimiento y sanción de los hechos consumados. Por el momento, apuntaremos esta única circunstancia, reveladora del alto desprecio que el Pro– tector sentía por el pueblo del Perú y por su soberanía, que de– cía haber venido a sostener, que había desconocido con la usur– pación del poder público por gente extraña,. y que quería seguir pisoteando: "Los objetos únicos, decía el decreto de mentida con– vocatoria, de la reunión del Congreso, serán: establecer la forma definitiva de gobierno, y dar la constitución que mejor convenga

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