Historia de la emancipación del Perú: el protectorado
42 GERMAN LEGUIA Y MARTlNEZ al Perú, según las circunstancias en que se hallan su territorio y población. Los poderes que den los pueblos a sus diputados, se contraerán exclusivamente a estos objetos, y serán nulos loo;_ que se excedan de elfos" . .. Duélenos, en verdad, tener que herir con frecuencia aquel sen– timiento de admiración irreflexiva que, todos, todos especialmente en el Perú, experimentan hacia el héroe del Plata; pero no podemos, no debemos. dejar de decir la verdad, sobre todo cuando se presenta nítida, palmaria: queda la adulación para los coetáneos; la historia no entra en componendas:, ni admite contemplaciones. Sin poner atención en aquella frase, según la que debiera darse el Perú "la constitución que niás convenía a las circunstancias en que se halla– ban su población y su territorio -frase en que debe verse el jesui– tico anuncio de las formas monárquicas- San Martín, al decidir lo que decidió en ese decreto, cometía un atentado sin nombre: él, un advenedizo del poder, sólo impuesto y mantenido en el mismo por ]as bayonetas que se decían auxiliares; él se permitía insolen– temente notificar a los pueblos, a los pueblos libres, independien– tes, soberanos del Perú, que los poderes que expidieran a sus representantes en uso de su soberanía, serían nulos, si se excedie– ran de los puntos fijados por la suprema soberanía protectora!: sDbreponía ésta última a la del pueblo, ¿y qué era entonces, a qué quedaban reducidos los derechos del P.erú, su independencia, su libertad? ... VII El otro decreto recordado estaba concebido en estos términos: "Las instituciones de los pueblos no son sino la expresión de sus ideas sobre el bien común; y los signos exteriores que se adop– tan por los gobiernos, son el único lenguaje propio para explicar a la multitud los principios que los animan. En la época precedente, la vista del pueblo encontraba por todas partes los símbolos de su esclavitud, y estaba ya familiarizada don ella. Pasó aquella época: todo lo que humilla debe desapareoer simultáneamente. La nobleza peruana tiene sus timbres: justo es que los conserve. Los grandes funcionarios del Estado tienen los suyos: éstos son caros al corazón de los independientes. Para dar a aquéllas una im– portancia adecuada a las circunstancias, he acordado y decreto: J. De todos los lugares públicos y edificios privados se quitarán, no sólo las armas de España, donde hayan quedado, sino todo jeroglífico o signo alusivo a la dependencia de la América. Cualquier ciuda-
Made with FlippingBook
RkJQdWJsaXNoZXIy MjgwMjMx