Historia de la emancipación del Perú: el protectorado
514 GERMAN LEGUIA Y MARTINEZ deber, y miran con desprecio los derechos y comodidades de su tropa, no es de admirar que los oficiales inferiores se vuelvan ti– bios y los soldados estén descontentos" (29). XXI Vargas no es tan complaciente como los anteriores o para él "la proclama de San Martín no correspondió a la exaltación de los ánimos; la creencia de que sólo doscientos o trescientos hom– bres descendían por San Mateo, era una confianza punible que acreClitaba el descuido de los aliados después de la ocupación; el Protector, al sentirse débil con siete mil hombres (inclusa la guar– dia nacional movilizada) mandados por bravos capitanes -y con tres mil guerrilleros- recordaría que Capua había sido la tumba de Aníbal y esquivaría el hablar con Arenales, temiendo descubrir en el profeta la If1.irada severa del censor. Con la línea tendida en La Legua acabó, puede decirse, la campaña del ejército argen– tino-chileno, porque ya no hubo después más expediciones ni mo– vimientos de trop3s que merezcan referirse; porque lo demás fue una lástima; porque había dejado tal ejército de ser un factor de la libertad; y porque estaba vencido sin disparar un tiro. Si los historiadores discrepan en el punto de si habría sido o no conve– niente atacar a Canterac cuando bajó a Lima, la mayor parte está de acuerdo en que, al retirarse de los castillos, debió ser aniqui– lado y destruido; y, en fin, la falta de nervio de San Martín en esta ocasión, acabó en hacerle perder el poco prestigio que le quedaba entre sus más fieles partidarios" (30). Esta última amarga crítica culmina terriblemente en la obra de Steyenson, a quien copia con regocijo lord Cochrane: "El Pro– tector, dice, dio lugar a que los españoles se retirasen sin ser mo– lestados, acto el más vergonzoso para un jefe militar; de modo que Canterac, con tres mil doscientos hombres, pasó a la parte del mediodía de Lima, a medio tiro de fusil del ejército protector del Perú, compu-:~sto de doce mil hombres; entró en la fortaleza del Callao, en donde refrescó y descansó sus tropas seis días; Y en seguida se marchó, emprendiendo descansadamente su retirada hacia la parte norte de la capital". Añade que "el segundo en jef~, general Las Heras, disgustado del resultado, dejó el servicio Y pi- (29) Id., id., pág. 361. (30) Historia del Perú independiente, t. I, págs. 224, 226, 227 y 232, passim.
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