Historia de la emancipación del Perú: el protectorado
LOS DIAS DE SETIEMBRE 515 diéi su pasaporte para Chile, que le fue otorgado, imitando su ejemplo varios oficiales del ejército, profundamente heridos por lo que había ocurrido, y que, prefirieron la oscuridad y la pobre– za, a servir por más tiempo bajo tales condiciones''. Cuenta cómo, "hallábase en la bahía el buque de guerra inglé~ Superb; cómo muchos de los oficiales, esperando ver el golpe decisivo que iba a darse en el Per(J, se encaminaron al cuartel general de San Mar– tín"; y cómo esos oficiales "quedaron asombrados en presencia de la serenidad de ánimo de un general que, a la cabeza de doce mil hombres, abandonaba una situación tan ventajosa" (31). "Confiesan los mismos españoles -dice por último- que, si la división Canterac hubiese sido detenida el 10 de setiemore, ha– brían, desde ese momento, perdido la esperanza de reconquistar el país, procurando obtener las condiciones más honrosas y aban– donando la América. Consiguientemente, los torrentes de sangre que se han derramado en el Perú después de aquel día, las pri– vaciones y las desgracias experimentadas en esta parte del Nuevo Mundo, la defección de los naturales de la justa causa de su pa– tria, los servicios prestados por ellos a los jefes españoles y la necesidad de la intervención de un ejército de Colombia para sal– var al Perú de una sujeción ignominiosa; todos est~s males pro– cedieron del suceso de la división española en aquella expedición en la que, sin haber obtenido una victoria decisiva, llenó sin em– bargo el objeto que la había llevado del interior a la costa (32). El mismo vicealmirante vierte irónica hiel, comentando la pro– clama fatal del 19 se setiembre, punto respecto al cual se expresa así: "Asegura el Protector que la sombra del pendón español no volvería más a enlutar a Lima, y, a pesar de ello, acababa (ese pendón) de pasear alrededor de la ciudad; que creyó el enemigo que sólo bastaba ver nuestro campamento para vencernos, y eran solamente tres mil para doce mil; que temblaban al pensar en la hora del combate y se aprovecharon de la oscuridad. cuando habían entra– do triunfantes en el Callao, a medio día. es decir, entre las once de la mañana y las tres de la tarde; y que el ejército libertador perse– guía a los fugitivos. . . Este era el único hecho; pero el enemigo iba sólo perseguido por mil cien hombres, que le siguieron a dis– tancia por el espacio de diez millas, hasta que Canterac los hizo cargar por la caballería y derrotarlos". "Lo cierto, continúa, fue que los españoles vinieron para socorrer el Callao, y lo efectuaron completamente. Mientras tanto, los independientes limeños, aunque (31) Memorias de Cochrane, pags. 173, 177 y 178, passim. (32) Stevenson, Relación histórica, etc.
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